Sin embargo, el Daily Telegraph de hoy aporta datos interesantes que inciden en la inmoralidad de Grass por mucho que le pesen a Valín y a sus amalgamas -al Papa lo reclutaron a la fuerza, no se presentó voluntario, y se escapó, como tantos otros alemanes. Y lo del tricornio mejor dejarlo porque es más propio de El Club de la Comedia que de otra cosa. La hipocresía de Grass la demuestra Barcepundit con una cita que debería ser usada en las facultades de psicología como perfecto ejemplo de proyección.
Pero lo peor es que incluso la confesión puede haber estado viciada por rzones non santas:
Esta mañana muchas primeras páginas [de periódicos alemanes] mostraban una fotografía de su historial carcelario como prisionero de guerra de las fuerzas estadounidenses, así como su huellas dactilares y su identificación de miembro de las Waffen-SS.
También se ha descubierto una carpeta sobre él en los archivos de la policía secreta de Alemania Oriental, la Stasi, que habría sido publicado la próxima primavera.
Se ha sugerido que Grass quiso, al publicar su propio relato de los hechos, evitar que la información saliera de otra fuente.
Su nombre también figura en negro sobre blanco entre los 350 mil miembros de las SS que el archivo federal alemán recibió del Centro Americano de Documentación de Berlín en 1994. Así que parece que la historia estaba esperando ser descubierta. Los periodistas aquí se están dando golpes.
Esta tarde la autobiografía ha aparecido en las librerías por primera vez. La fecha de publicación ha sido adelantada en dos semanas por la pequeña editorial Seidl.
La primera edición es de 150 mil ejemplares -enorme para los niveles alemanes. Pero debido a la atención que el libro ha recibido hasta ahora, se informa de que la editorial está preparada para sacar una segunda edición pronto.
Es decir, que quizá Grass contó lo suyo un poco antes de que otro lo hiciera por él, coincidiendo además con la publicación de su nuevo libro. No deja de sorprender que la pequeña editorial Seidl haya conseguido sacar tantos ejemplares en tan poco tiempo, y que se las haya arreglado para adelantar la edición en dos semanas. Me suena a lo que hizo Polanco en el 74, cuando gracias a la información privilegiada procedente del Ministerio de Educación fue capaz de adaptar sus libros de texto al nuevo plan de estudios en un tiempo milagrosamente corto (lo cuenta Jesús Cacho en El negocio de la libertad). Cambien plan de estudios por escándalo y eliminen la adaptación -que sepamos el texto del libro no ha sido enmendado tras las revelaciones sobre el pasado de Grass- y no harán falta más comentarios.
Según pasan los días, el asunto de Grass empeora. Y desde luego, no seré yo quien compre el libro. Hay medios de sobra para leer las páginas que interesan sin gastarse un duro y sin hacerle el juego al impostor.
1 comment:
EL GUNTER GRASS PARAGUAYO
(X Luis Agüero Wagner, comentario publicado en “La Naciòn” de Asunción, 19 de octubre de 2006 )
El Gunter Grass paraguayo, Alcibiades González Delvalle, sigue guardando un sepulcral silencio sobre su siniestro pasado como policía de Stroessner, a pesar que esta gravísima acusación ya ha recorrido el mundo a través de agencias noticiosas extranjeras y se ha publicado en innumerables sitios web y periódicos locales como noticia insólita. A diferencia del escritor alemán que tuvo el coraje de confesar de motu proprio su paso por las Waffen SS durante el régimen de Adolf Hitler, su homólogo local temblando de cobardía opta por intentar esconder su deshonroso paso por la policía estronista, que lo integró como oficial por decreto 13.125 el 9 de noviembre de 1960. ¿Qué méritos hizo Alcibiades González Delvalle para ascender el 7 de septiembre de 1962 a oficial 1º de Policía por decreto 24.581, firmado por Alfredo Stroessner y Édgar L. Ynsfrán? ¿Cuántas veces aplicó la picana eléctrica? ¿A cuántos integrantes del FULNA o del Movimiento 14 de mayo apresó? ¿Cuántos "comunistas" pileteó?
Grandes misterios sin resolver, enigmas sin respuesta perdidos en la nebulosa del pasado de este privilegiado zoquetero del gobierno municipal colorado de Enrique Riera y referente periodístico de la ultraderecha tilinga: Alcibiades González Delvalle.
Olvidan sus abogadas al pretender defender a este chancho de su chiquero periodístico, cuánto dinero robado durante la dictadura a las arcas de la intendencia del ejército, a la Flomeres, IPS y el Banco Nacional de Fomento costó al pueblo paraguayo la inauguración de los medios de comunicación que le valieron su ascenso al coronel Pablo Rojas. Así como tardaron 30 años para descubrir que el país vivía bajo una dictadura, y hoy no terminan de jactarse de la lucha que la National Endowment for Democracy les financió contra la fase terminal del régimen que les proveyó los recursos para inaugurar sus medios de comunicación, no es extraño que lleven 46 años sin enterarse que el impoluto moralista de la pluma Alcibiades González Delvalle sirvió como tenebroso policía de Stroessner durante la etapa más sangrienta de la dictadura.
A mediados de este año el mundo se enteró, en revelación hecha por el mismo interesado, que el escritor alemán Gunter Grass sirvió unos meses, a los 17 años de edad, en las Waffen SS y de que ocultó por sesenta años la noticia, haciendo creer que había sido soldado en una batería antiaérea del ejército regular alemán. No sorprende en absoluto que Grass ocultara su pertenencia a una tropa de élite visceralmente identificada con el régimen nazi, de tan siniestra participación en tareas de represión política, torturas y exterminación de disidentes y judíos, aunque, como ha dicho, él no llegara a disparar un solo tiro antes de ser herido y capturado por los norteamericanos.
Pero a diferencia del ex policía de la etapa más sangrienta de la dictadura Alcibiades González Delvalle, Gunter Grass no esperó a que aquel remoto episodio de su juventud llegara a conocerse por otras fuentes, echando sombra sobre su nombre y reputación de escritor comprometido. Dentro de algunos meses, ya nadie recordará el paso del escritor alemán por las SS pero la gloria de su trilogía novelesca de Danzig, en especial "El Tambor de Hojalata", se mantendrá intacta.
No sería ecuánime que el mismo destino tuvieran quienes como el policía de la cultura decidieron escudarse, y no en el talento ni el compromiso que nunca tuvo en abundancia, sino en el posicionamiento alcanzado mediante políticos corruptos, intereses foráneos y el olvido propio de una sociedad impura.
LA NARCOCRACIA GOBIERNA EL PARAGUAY
Por Luis Agüero Wagner (http://itaiputecidos.zoomblog.com)
"Desde siempre, toda política, como latencia casi universal de la voluntad de poderío, sólo acepta y apoya una cultura que favorezca sus fines, ya sea una parte de la propia cultura nacional o de alguna otra análoga y por tanto conveniente "(Julio Cortázar)
El 28 de febrero de 1968, dos semanas antes de las elecciones nacionales, fueron apresados Saturnina Almada y Alfonso Silva, los primeros presos políticos de un "proceso democrático". Era ya una "transición" avalada por conocidos héroes contemporáneos como Mochito Morales, Luis María Argaña, José Félix Fernández Estigarribia, Carlos A. González, R. Campos Cervera, J.C. Zaldívar y Domingo Laíno, entre otros, amén de algunos sobrevivientes de la patria periodística de aquellos tiempos.
Entrevistado por Pepa Kostianovsky, uno de estos próceres alegó en su defensa que tardó una década en darse cuenta que el gobierno de Stroessner tenía un cariz dictatorial. Su descubrimiento, de pura casualidad, coincidió con el fallo desfavorable de Pastor Coronel a favor del grupo de Fulvio Hugo Celauro y Serviliano Alonso Peralta, en audiencia de conciliación entre liberales solicitada por los interesados y realizada en el mismo Departamento de Investigaciones, a partir de las 19 y 30 horas del 18 de Enero de 1977 (Archivos del Terror, libro P34).
La entrevistadora mencionada también nos ofrece en su libro cordiales diálogos con otros prohombres de la democracia como Fernando Levi Ruffinelli, ya que según ella "muchos" coincidían en calificarlo como "el Parlamentario más brillante que han dado nuestros tiempos", además de José Félix Fernández Estigarribia ("liberal de sangre y pensamiento", y "lúcido observador de la realidad paraguaya" entre otros elogiosos conceptos) y con el "joven talento del equipo de gobierno" (de Stroessner) José Antonio Moreno Ruffinelli. Estas amables caracterizaciones no deben hacernos creer, sin embargo, que todo fue contemporizante camandulerismo en la legendaria y tenaz brega contra Stroessner.
En más de una oportunidad, la inclaudicable lucha contra la dictadura brindó a la historia homéricos episodios de heroísmo dignos de la Ilìada. Baluartes como el Gallo Paloma, en más de una ocasión se vieron cercados entre dos fuegos, debiendo enfrentar simultáneamente tanto a las hordas bárbaras de la policía política como al rencor que dejaban a su paso sus veleidosos amoríos, ocasionalmente traducidos en violentos desalojos que incluían lanzamiento de su equipaje en la misma sede del partido que presidía.
Desafortunadamente, no siempre el espíritu de sacrificio se mantuvo en alto entre nuestros míticos héroes. Ejemplo de ello es el criterio que tenían algunos de los grandes "luchadores" de la forma en que se debía hacer política, patentizada años más tarde cuando se trató en el Parlamento de la gobernabilidad el desafuero del Senador Vitalicio Andrés Rodríguez. La causa que motivaba el trámite, un profuso tráfico de drogas en el Chaco que se investigaba judicialmente desde 1994, quedó impune merced a los oportunos votos lainistas y encuentristas, transitoriamente convertidos así en una extensión del lucrativo negocio de las drogas.
Del mismo modo que la palabra de un soldado valía más que mil leyes, quedó en evidencia que una noche de cañonazos valía más que treinta y cinco años de infamia.
Se comprobó también que el poder narco no solo controlaba el parlamento, cuando bajo el reinado de Juan Carlos Wasmosy el general Rosa Rodriguez fue asesinado en la vía pública en una apacible mañana asuncena, como traducción final de antiguos afanes de la DEA de construir un poder paralelo con oficiales desvinculados de la SENAD.
Desgraciadamente, la administración del "exitoso" gobierno wasmo-lainista no mostró la misma gobernabilidad que los narcos tenían sobre el monopolio del negocio de las drogas en el marcado paraguayo, a juzgar por las asonadas golpistas, magnicidios en la vía pública, muertes en la plaza y desmanes -que llegaron a ser comparados con el mayo francés del 68-, que siguieron a tanto heroísmo de los "luchadores".
Como corresponde en casos vidriosos, los grandes "luchadores" de la patria periodística preguntaron de todo, excepto sobre el destino de los 600 kilos de cocaína que se habían incautado en una pista del Chaco, una semana antes del homicidio, desde una avioneta procedente de Colombia. La embajada se llamó a silencio, como era de esperar, al tratarse de un caso que comprometía a quien con tanta amabilidad les había ayudado en 1990 a desarticular la organización de Oscar Roca, alias "el ídolo", y su red en Santa Cruz de la Sierra.
Por una casualidad muy casual, el mismo general que presidía la investigación sobre el asesinato de Rosa Rodríguez, cercano colaborador del padre de la Narcocracia, terminó tomando posesión en la SENAD, en paradigmático ejemplo de la alternancia dirigida que hasta ahora caracteriza al proceso narco-político que nos legaron los gloriosos "luchadores" contra Stroessner
PARAGUAY, LA PESADILLA CONTINUA. Por Luis Agüero Wagner
(http://itaiputecidos.zoomblog.com)
En un país donde una corriente política puede organizar por más de medio siglo sangrientas persecuciones en contra de la izquierda y después terminar autoproclamándose "socialista", está claro como el agua destilada que el doble discurso puede ser llevado a niveles de lo más insólitos. Y si mentimos, que lo diga Nicanor Duarte Frutos, quien se presentó ante la mandataria chilena Michelle Bachelet como un "perseguido por la dictadura" siendo hijo de un policía al servicio de Stroessner. Es decir, estamos ante la innegable existencia de luchadores y "luchadores".
Tales inmoralidades no son, la verdad sea dicha, patrimonio exclusivo del partido oficialista, sino que es un vicio ampliamente extendido entre opositores e incluso entre los inmaculados referentes morales de la "lucha" contra Stroessner. Esto es fácilmente verificable haciendo un seguimiento a nuestra presupuestada Comisión de "Verdad y Justicia", cuya verdad se parece bastante a la que describe cierta prensa paraguaya, y su justicia demasiado a la que se imparte desde su sede de Sajonia. Tanto la difusión de documentos comprometedores como la selección de los querellados, queda librado al arbitrio de los expertos autorizados, que se cuidan muy bien de mencionar antecedentes de algunos miembros del círculo áulico de "grandes luchadores", adjudicatarios de zoquetes, prebendas e incluso tierras malhabidas. Basta contabilizar todas las omisiones de la nota emitida el 7 de Noviembre de 2005, donde solo se mencionan 60 selectos casos de la represión dictatorial, omitiendo 7.940 reveladoras fichas de detenidos obrantes en los "Archivos del Terror".
Es bien sabido que para los investigadores autorizados y la patria periodística no cuentan la opinión del mismo Partido Comunista Paraguayo ni de la MCNOC si el acusado de informante al servicio de la represión es Víctor Báez Mosqueira, cuyos invalorables servicios a la patronal de la prensa permanecen en el más oscuro misterio.
Y ya que nos referimos a héroes populares, otro de los grandes "luchadores" contra Stroessner, el Sr. Nils Candia Gini, no parece haberse conformado con haber degradado al febrerismo hasta niveles inauditos con su escandalosa, inmoral y errática conducta. Por mencionar al azar una de sus últimas hazañas, el 8 de marzo se apersonó en el despacho del tenebroso represor de la dictadura "Mochito" Morales para expresarle "la confianza" del febrerismo. Mensaje que, obviamente, tiene mucho más que ver con los 140 millones de subsidio electoral al PRF que pretende cobrar en forma irregular que con la catadura moral del siniestro presidente de la deplorable Justicia Electoral.
No constituye desde luego esta conducta una sorpresa, viniendo de un integrante del grupo que hasta fue capaz de vender la primera candidatura a diputado de su partido al gran "luchador" de Clínicas Silvio Ferreira, por la módica suma de 200 millones de guaraníes.
La activista por los Derechos Humanos Gloria Estragó fue detenida el 10 de Diciembre de 1975 cuando militaba en el Partido Comunista. Permaneció detenida en total 13 meses, la mayor parte de este tiempo en el campo de concentración de Emboscada, donde sufrió apremios físicos y sicológicos.
Años más tarde Gloria testimonió que uno de los grandes "luchadores", Diego Abente Brun, había sido el delator responsable de su detención y torturas, así como de un sinnúmero de compañeros de militancia, algunos de los cuales acabaron muertos, detenidos, torturados o perdieron sus familias, trabajos y bienes. Lo peor fue que Diego Abente no se limitó a la delación, también se convirtió en activo colaborador durante las macabras sesiones de tortura en el Departamento de Investigaciones.
Lo más frustrante fue que al cabo de algunos años, al regresar de Estados Unidos, el delator y ayudante de tortura fue premiado con los máximos honores, ya que fue Senador de la Nación y luego influyente miembro del poder Ejecutivo. Los adulones de la patria periodística prestaron su silencio cómplice al poder de turno, negándose a ceder a Gloria el más mínimo espacio para sus testimonios, con el beneplácito de los consagrados "grandes luchadores", únicos autorizados a proveer las credenciales correspondientes.
Era lo que cabría esperar de farsantes que lo único que hicieron durante la transición fue lucrar con las dádivas del mayor narcotraficante de la historia del país, de un testaferro del hijo del dictador y del vástago de uno de sus principales ministros, en ese orden.
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