John Howard es el Primer Ministro de Australia y el único aliado de Bush que parece haberse beneficiado electoralmente de su apoyo a la invasión de Irak. El Partido Liberal renovó el año pasado su mayoría absoluta en el Parlamento con un 2% más del voto conseguido en 2001. Howard lleva en el poder desde 1996, cuando consiguió derrotar al Partido Laborista, que se había propuesto refundar Australia a base de papeles para todos, respeto a la diversidad política asiática y republicanismo. El fallido referéndum de 1999 para destronar a Isabel II confirmó el declive de los socialistas, que desde entonces no han hecho sino perder poder. La opción republicana salió derrotada en todas las regiones del país salvo en la capital federal, que habría salido muy beneficiada por el cambio en la forma de Estado.
Howard se hizo popular por afirmaciones tales como “Australia debería ser capaz de decidir quién es aceptado como inmigrante”, que en su momento causaron gran controversia. Incluso la defensa de las fronteras nacionales se había convertido en idea políticamente incorrecta bajo el mandato del laborista Paul Keating. Durante la crisis de Timor Oriental, Howard dejó de lado el zapateril“respeto mutuo” y apoyó clara y tajantemente la independencia del territorio invadido por Indonesia. También denunció las matanzas y abusos cometidos por los musulmanes, violando así la “comprensión de las diferencias culturales”,que traducido del zapateril al castellano viene a significar algo así como“prestar oídos sordos ante los asesinatos en masa y el genocidio cometidos por regímenes extranjeros, siempre y cuando no sean ni los Estados Unidos ni la pérfida Albión”. Finalmente Australia lideró las tropas internacionales que intervinieron en la isla y pusieron fin a la ocupación indonesia.
Su reacción tras los atentados del siete de julio en Londres fue igualmente clara. “Australia no será intimidada por este atentado”, que el Primer Ministro calificó de “imperdonable”. Como respuesta a la amenaza terrorista, el gobierno australiano enviará de nuevo a Afganistán a sus fuerzas de operaciones especiales, retiradas en 2002. Días después, preguntado durante su visita a Londres sobre la influencia de Irak en los atentados, Howard negó tal relacióny reafirmó su compromiso con la alianza occidental liderada por Bush y Blair, añadiendo que la amenaza islamista viene de lejos, y que su propio país fue amenazado por Ben Laden en 1999 a raíz de los sucesos en Timor. También recordó los atentados terroristas de la era Clinton, y los producidos en países no alineados con la política exterior de los Estados Unidos.Otras frases de su intervención, que puede ser leída en su integridad en http://corner.nationalreview.com/05_07_17_corner-archive.asp#070312 fueron:
“¿Puedo recordarles que el once de septiembre ocurrió antes de la operación en Irak?” Parece mentira que un Primer Ministro tenga que recordar este hecho.Cualquier día nos veremos obligados a recordarle a algún Prisista que la Tierra no es plana.
“Cuando Sergio de Mello fue asesinado en Irak (un hombre valiente, un distinguido diplomático internacional, una persona inmensamente respetada porsu trabajo en las Naciones Unidas), al Qaeda se jactó de ello, y se refirió específicamente al papel jugado por de Mello en Timor Oriental, donde había sido administrador de las Naciones Unidas”. “Merecido se lo tenía por haberse metido en camisa multicultural de once varas” sería la respuesta más rabiosamente Llamazeril.
“Yo sólo puedo mirar los hechos objetivos, y estos son los que he citado: la evidencia objetiva es que Australia era ya objetivo terrorista mucho antes dela operación en Irak. Y desde luego que toda la evidencia, que se diferencia de las suposiciones, me indica que esto es una cuestión de odio hacia una forma de vida, una cuestión del uso pervertido de los principios de una gran religión mundial que en sus raíces predica la paz y la cooperación. Y creo que perdemosde vista el desafío que tenemos si nos permitimos contemplar estos ataques en el contexto de unas circunstancias particulares más que en el del abuso y elasesinato de gente por una ideología pervertida”.“Y yo estoy de acuerdo al 100% con eso” añadió Blair con una sonrisa.
“Menudo par de fachas” diría algún miembro del think-tank zapateril. “Estamos ante unendurecimiento de la derecha australiana, se impone un cambio constitucional inmediato” añadiría algún neoinstitucionalista progre residente en Castilla-León. “¿Qué podemos esperar de un país de granjeros y surferos?”afirmaría el típico mariprogre madrileño envidioso que nunca ha salido de laM-30, salvo algún viaje a Ibiza y a Ámsterdam.
Saquen ustedes sus propias conclusiones y juzguen como quieran a John Howard, que si alguna virtud tiene es la de intentar llamar a las cosas por su nombre. Y no parece que le haya ido mal hasta ahora.
Howard se hizo popular por afirmaciones tales como “Australia debería ser capaz de decidir quién es aceptado como inmigrante”, que en su momento causaron gran controversia. Incluso la defensa de las fronteras nacionales se había convertido en idea políticamente incorrecta bajo el mandato del laborista Paul Keating. Durante la crisis de Timor Oriental, Howard dejó de lado el zapateril“respeto mutuo” y apoyó clara y tajantemente la independencia del territorio invadido por Indonesia. También denunció las matanzas y abusos cometidos por los musulmanes, violando así la “comprensión de las diferencias culturales”,que traducido del zapateril al castellano viene a significar algo así como“prestar oídos sordos ante los asesinatos en masa y el genocidio cometidos por regímenes extranjeros, siempre y cuando no sean ni los Estados Unidos ni la pérfida Albión”. Finalmente Australia lideró las tropas internacionales que intervinieron en la isla y pusieron fin a la ocupación indonesia.
Su reacción tras los atentados del siete de julio en Londres fue igualmente clara. “Australia no será intimidada por este atentado”, que el Primer Ministro calificó de “imperdonable”. Como respuesta a la amenaza terrorista, el gobierno australiano enviará de nuevo a Afganistán a sus fuerzas de operaciones especiales, retiradas en 2002. Días después, preguntado durante su visita a Londres sobre la influencia de Irak en los atentados, Howard negó tal relacióny reafirmó su compromiso con la alianza occidental liderada por Bush y Blair, añadiendo que la amenaza islamista viene de lejos, y que su propio país fue amenazado por Ben Laden en 1999 a raíz de los sucesos en Timor. También recordó los atentados terroristas de la era Clinton, y los producidos en países no alineados con la política exterior de los Estados Unidos.Otras frases de su intervención, que puede ser leída en su integridad en http://corner.nationalreview.com/05_07_17_corner-archive.asp#070312 fueron:
“¿Puedo recordarles que el once de septiembre ocurrió antes de la operación en Irak?” Parece mentira que un Primer Ministro tenga que recordar este hecho.Cualquier día nos veremos obligados a recordarle a algún Prisista que la Tierra no es plana.
“Cuando Sergio de Mello fue asesinado en Irak (un hombre valiente, un distinguido diplomático internacional, una persona inmensamente respetada porsu trabajo en las Naciones Unidas), al Qaeda se jactó de ello, y se refirió específicamente al papel jugado por de Mello en Timor Oriental, donde había sido administrador de las Naciones Unidas”. “Merecido se lo tenía por haberse metido en camisa multicultural de once varas” sería la respuesta más rabiosamente Llamazeril.
“Yo sólo puedo mirar los hechos objetivos, y estos son los que he citado: la evidencia objetiva es que Australia era ya objetivo terrorista mucho antes dela operación en Irak. Y desde luego que toda la evidencia, que se diferencia de las suposiciones, me indica que esto es una cuestión de odio hacia una forma de vida, una cuestión del uso pervertido de los principios de una gran religión mundial que en sus raíces predica la paz y la cooperación. Y creo que perdemosde vista el desafío que tenemos si nos permitimos contemplar estos ataques en el contexto de unas circunstancias particulares más que en el del abuso y elasesinato de gente por una ideología pervertida”.“Y yo estoy de acuerdo al 100% con eso” añadió Blair con una sonrisa.
“Menudo par de fachas” diría algún miembro del think-tank zapateril. “Estamos ante unendurecimiento de la derecha australiana, se impone un cambio constitucional inmediato” añadiría algún neoinstitucionalista progre residente en Castilla-León. “¿Qué podemos esperar de un país de granjeros y surferos?”afirmaría el típico mariprogre madrileño envidioso que nunca ha salido de laM-30, salvo algún viaje a Ibiza y a Ámsterdam.
Saquen ustedes sus propias conclusiones y juzguen como quieran a John Howard, que si alguna virtud tiene es la de intentar llamar a las cosas por su nombre. Y no parece que le haya ido mal hasta ahora.