Tuesday, July 26, 2005

ELOGIO DE JOHN HOWARD

John Howard es el Primer Ministro de Australia y el único aliado de Bush que parece haberse beneficiado electoralmente de su apoyo a la invasión de Irak. El Partido Liberal renovó el año pasado su mayoría absoluta en el Parlamento con un 2% más del voto conseguido en 2001. Howard lleva en el poder desde 1996, cuando consiguió derrotar al Partido Laborista, que se había propuesto refundar Australia a base de papeles para todos, respeto a la diversidad política asiática y republicanismo. El fallido referéndum de 1999 para destronar a Isabel II confirmó el declive de los socialistas, que desde entonces no han hecho sino perder poder. La opción republicana salió derrotada en todas las regiones del país salvo en la capital federal, que habría salido muy beneficiada por el cambio en la forma de Estado.

Howard se hizo popular por afirmaciones tales como “Australia debería ser capaz de decidir quién es aceptado como inmigrante”, que en su momento causaron gran controversia. Incluso la defensa de las fronteras nacionales se había convertido en idea políticamente incorrecta bajo el mandato del laborista Paul Keating. Durante la crisis de Timor Oriental, Howard dejó de lado el zapateril“respeto mutuo” y apoyó clara y tajantemente la independencia del territorio invadido por Indonesia. También denunció las matanzas y abusos cometidos por los musulmanes, violando así la “comprensión de las diferencias culturales”,que traducido del zapateril al castellano viene a significar algo así como“prestar oídos sordos ante los asesinatos en masa y el genocidio cometidos por regímenes extranjeros, siempre y cuando no sean ni los Estados Unidos ni la pérfida Albión”. Finalmente Australia lideró las tropas internacionales que intervinieron en la isla y pusieron fin a la ocupación indonesia.

Su reacción tras los atentados del siete de julio en Londres fue igualmente clara. “Australia no será intimidada por este atentado”, que el Primer Ministro calificó de “imperdonable”. Como respuesta a la amenaza terrorista, el gobierno australiano enviará de nuevo a Afganistán a sus fuerzas de operaciones especiales, retiradas en 2002. Días después, preguntado durante su visita a Londres sobre la influencia de Irak en los atentados, Howard negó tal relacióny reafirmó su compromiso con la alianza occidental liderada por Bush y Blair, añadiendo que la amenaza islamista viene de lejos, y que su propio país fue amenazado por Ben Laden en 1999 a raíz de los sucesos en Timor. También recordó los atentados terroristas de la era Clinton, y los producidos en países no alineados con la política exterior de los Estados Unidos.Otras frases de su intervención, que puede ser leída en su integridad en http://corner.nationalreview.com/05_07_17_corner-archive.asp#070312 fueron:

“¿Puedo recordarles que el once de septiembre ocurrió antes de la operación en Irak?” Parece mentira que un Primer Ministro tenga que recordar este hecho.Cualquier día nos veremos obligados a recordarle a algún Prisista que la Tierra no es plana.

“Cuando Sergio de Mello fue asesinado en Irak (un hombre valiente, un distinguido diplomático internacional, una persona inmensamente respetada porsu trabajo en las Naciones Unidas), al Qaeda se jactó de ello, y se refirió específicamente al papel jugado por de Mello en Timor Oriental, donde había sido administrador de las Naciones Unidas”. “Merecido se lo tenía por haberse metido en camisa multicultural de once varas” sería la respuesta más rabiosamente Llamazeril.

“Yo sólo puedo mirar los hechos objetivos, y estos son los que he citado: la evidencia objetiva es que Australia era ya objetivo terrorista mucho antes dela operación en Irak. Y desde luego que toda la evidencia, que se diferencia de las suposiciones, me indica que esto es una cuestión de odio hacia una forma de vida, una cuestión del uso pervertido de los principios de una gran religión mundial que en sus raíces predica la paz y la cooperación. Y creo que perdemosde vista el desafío que tenemos si nos permitimos contemplar estos ataques en el contexto de unas circunstancias particulares más que en el del abuso y elasesinato de gente por una ideología pervertida”.“Y yo estoy de acuerdo al 100% con eso” añadió Blair con una sonrisa.

“Menudo par de fachas” diría algún miembro del think-tank zapateril. “Estamos ante unendurecimiento de la derecha australiana, se impone un cambio constitucional inmediato” añadiría algún neoinstitucionalista progre residente en Castilla-León. “¿Qué podemos esperar de un país de granjeros y surferos?”afirmaría el típico mariprogre madrileño envidioso que nunca ha salido de laM-30, salvo algún viaje a Ibiza y a Ámsterdam.

Saquen ustedes sus propias conclusiones y juzguen como quieran a John Howard, que si alguna virtud tiene es la de intentar llamar a las cosas por su nombre. Y no parece que le haya ido mal hasta ahora.

INTERESANTES DEBATES EN WASHINGTON

El receso veraniego del Congreso norteamericano se produce en un momento de alta tensión política y debates interesantísimos en el Partido Demócrata y la izquierda norteamericana. Tras once horas de debate la Cámara de Representantes renovó la Patriot Act con el voto a favor de 44 demócratas y casi todos los republicanos -sólo 14 votaron en contra. La ley ha sido endurecida, y ahora los delitos de sangre terroristas serán castigables con pena de muerte. Por otra parte, la utilización del narcotráfico para financiar actividades terroristas será penada con al menos veinte años. Estados Unidos actualiza de esta forma las leyes para adaptarse a la estrategia terrorista, y no lamentarse luego, como por desgracia ocurre en Europa.

La ruptura del movimiento sindical, que en el último Congreso pierde cuatro organizaciones que representan el 40% de los afiliados, ilustra la célebre Ley de Hierro de la oligarquía que ya formulara Robert Michels aplicada al Partido Socialdemócrata Alemán a principios del siglo XX. Mientras la cúpula sindical y el partido demócrata abogan por una mayor unidad de acción y por emplear más recursos en la promoción de candidatos al Congreso, los rebeldes optan por una organización más descentralizada y por la autonomía sectorial. Cada parte apela a la nueva situación de la economía mundial para defender su postura. La oficialista quiere más burocracia unos vínculos más íntimos con los congresistas. La rebelde defiende la flexibilidad y los vínculos directos con los trabajadores como remedio a la caída en los niveles de afiliación. Huelga decir cuál de las dos posturas responde mejor a los nuevos tiempos.

Frente a los que tras las últimas elecciones presidenciales pidieron un Partido Demócrata más izquierdista, líderes como Hillary Clinton, el gobernador de Iowa y el anterior presidente del partido hacen un llamamiento a recuperar el voto centrista. Algunas de las propuestas incluyen el reforzamiento del patriotismo como un valor progresista y el abandono de la oposición a la inclusión de organizaciones religiosas en sectores como la enseñanza y los servicios sociales. Otra propuesta en línea con la moderación de las posturas laicistas es la aceptación de un diálogo sobre el aborto que incluya medidas que reduzcan su incidencia incluso si esto significa establecer alguna restricción. En otras palabras, una vuelta a la imagen de moderación que tanto ayudó a Bill Clinton y que sin duda fue clave en la derrota del Vetusto Demócrata Kerry en 2004. No parece que la vía multicultural y laicista de Zapatero esté siendo muy exitosa, ni en Europa ni mucho menos en los Estados Unidos. Y un jarro de agua fría para algunos de los asesores del presidente español, que se empeñan por presentarnos la actual política española como un modelo para la izquierda internacional.

Y para el nuevo curso dos asuntos, uno pendiente y otro nuevo, que seguro ocuparán mucho tiempo en la agenda los congresistas: los nombramientos de Bolton como embajador norteamericano en la ONU y de John Roberts como nuevo magistrado del Tribunal Supremo. El primero podría ser nombrado de forma temporal a la espera de que los senadores demócratas pongan fin al bloqueo contra el diplomático, y el segundo se enfrentará a todo tipo de preguntas cuando sea interrogado en la Comisión Judicial del Senado. Sin embargo, Roberts podría acogerse a la regla 5 del Código de Conducta de la Asociación de la Abogacía y negarse a responder preguntas que vaticinen su postura ante casos sobre los que probablemente tendrá que pronunciarse el Tribunal. Esta cláusula protege a los candidatos a juez frente a la politización y obliga al legislativo a centrarse en los méritos profesionales del candidato más que en sus ideología. Por otra parte, llevada a su extremo, esta norma privaría al Senado de su derecho al consentimiento informado sobre los nombramientos presidenciales. Vaticino que los norteamericanos se mostrarán favorables a una aplicación flexible de la regla 5 y no verán con buenos ojos que los demócratas conviertan el caso Roberts en un nuevo circo mediático, tal y como hicieron con las jueces Rogers Brown y Owen. El fracaso de la estrategia obstruccionista de la minoría demócrata y la impopularidad del secretismo del gobierno de Bush serán factores que tal vez sirvan para moderar y enfriar la actual acrimonia reinante en Washington.

Thursday, July 21, 2005

IZQUIERDA REACCIONARIA Y SUPERSTICIOSA

¿Por qué la izquierda tiene una relación tan esquizofrénica con la modernidad, a la que a veces alaba y otras veces acusa de causar todos los males? ¿Por qué uno tiene la impresión de que algunos izquierdistas querrían devolvernos a la Edad de Piedra, tal y como intentó Pol Pot? ¿A qué viene esa vuelta a la tribu y a las instituciones premodernas que una parte nada desdeñable de la izquierda latinoamericana viene defendiendo en los últimos años?

Entre las diferentes causas, yo apunto una que tal vez arroje algo de luz sobre el problema: no querer saber dónde acaba el Marx académico y dónde comienza el Marx propagandista.

En la Primera Parte de La Ideología Alemana, escrita en 1846 y no publicada hasta 1932, el joven Marx saluda el desarrollo industrial y la creación de un mercado mundial por su capacidad para destruir viejas instituciones y crear las condiciones necesarias para una revolución proletaria. El capitalismo arrasa concepciones mágicas, abole la esclavitud y la concepción tradicional de la familia, y a su vez produce una conciencia de clase universal que divide a los hombres ente aquellos que poseen propiedad y lo que carecen de ella. El trabajo libre, el capitalismo y la racionalidad económica son pues elementos positivos que remueven algunos de los obstáculos que impiden la formación de la conciencia de clase de los oprimidos.

En cambio, dos años después, el Marx propagandista de El Manifiesto Comunista lamenta que la burguesía haya “ahogado los éxtasis celestiales del fervor religioso y el entusiasmo caballeresco del sentimentalismo ignorante en lasglaciares aguas del cáculo egoísta”. La explotación, antes enmascarada por ilusiones políticas y religiosas, ha sido reemplazada en la era capitalista por una brutal y desvergonzada. Las relaciones económicas autárquicas del pasado han sido sustituidas por el mercado mundial, y se ha creado una “epidemia de sobreproducción. La sociedad se encuentra de repente en un estado de barbarismo momentáneo”. La máquina y la división del trabajo han hecho que “el trabajo de los proletarios haya perdido todo su carácter individual, y por consiguiente todo el encanto del trabajador”. También ataca Marx al matrimonio burgués, al que considera corrupto debido a la prostitución y a la infidelidad matrimonial–de esto nuestro autor sabía de sobra- y profetiza que el Comunismo acabará con esos males. En conclusión, con la revolución burguesa “todas las relaciones fijas y congeladas, con su bagaje de prejuicios y opiniones antiguas y venerables han sido barridas... Todo lo que es sólido se derrite, todo lo que es sagrado se profana...”.

Dentro del programa comunista, Marx señala la combinación de la agricultura con la industria, la abolición de la distinción entre campo y ciudad y la combinación de la educación infantil con la producción industrial. Estos puntos demuestran que ni Pol Pot, quien decidió vaciar las ciudades, ni Castro, que introdujo el trabajo infantil masivo en Cuba, deben considerarse en absoluto desviaciones del marxismo, sino más bien sus más fieles intérpretes. Un poco exagerado el asiático, pero nada torcido en su lectura del Manifiesto.

La actual fascinación de la izquierda por lo rural, la pureza étnica, el trueque, la conservación de los modelos de organización política tribal y todo lo que suene o huela a precapitalismo puede ser entendido como un eco de los nostálgicos y reaccionarios lamentos de Marx, que a fin de ganar adeptos a su causa no duda en presentar el subdesarrollo como una especie de Paraíso Perdido que la revolución socialista restaurará en parte, incluyendo el fin de las abominaciones sexuales de la burguesía. Por desgracia para nuestros progres actuales, ni una palabra sobre la igualdad de la mujer, y mucho menos sobre la liberación gay. El fallido exterminio de homosexuales llevado a cabo por Castroy el Ché en Cuba son también plenamente coherentes con las tesis marxistas de degradación moral burguesa.

Junto a La Cuestión Judía, libro netamente antisemita que preludia La SoluciónFinal hitleriana, La Ideología Alemana es desafortunadamente poco citada por los académicos izquierdistas, que se empeñan en presentarnos un Marx comunitarista, opuesto a la globalización y que derrama lágrimas sobre lasviejas tradiciones y certidumbres aplastadas por el capitalismo. Sin embargo olvidan nuestros nuevos paletos intelectuales tanto el contexto como la intención del Manifiesto, algo que cualquier estudiante de secundaria, inclusosi es víctima de la LOGSE, sabe de sobra son elementos fundamentales a la hora de interpretar un texto. Un estudio completo de Marx revelaría no sólo lacomplejidad y profundidad de las intuiciones del autor, sino también su naturaleza contradictoria, sus incoherencias y el conflicto que el autor sufre entre su labor como pensador y su activismo político. En pocas palabras, el tratamiento holísitico de Marx ejemplificaría el dilema de muchos intelectuales, atrapados entre el conocimiento y la persuasión, la erudición y la propaganda, y que lamentablemente optan por la segunda. Es decir, un Marx humano. Pero no creo que la izquierda esté por la labor de bajar a Marx de los altares. A veces uno tiene la impresión de estar leyendo La familia deLeón Roch al revés, con una María Egipcíaca entregada en cuerpo y alma a la másn burda y supersticiosa forma de socialismo y un paciente León, quien sólo cuando es atacado personalmente por la tribu es capaz de alzar la voz y denunciar la loca hipocresía de los fieles.

¿Cuántas Marías conocemos? Muchas. ¿Cuántos Leones? Pocos. Tal vez deberíamos ser un poquito menos educados y algo más valientes.

Tuesday, July 12, 2005

Triste Universidad

Tras año y medio de ausencia obligada, hoy he vuelto a mi Alma Mater, la Facultad de Ciencias Políticas de la Complutense de Madrid. El mismo paisaje casi estepario en la ruta, calor abrasador a la llegada, instalaciones casi desiertas debido al verano, y el mismo menú de rancho en la cafetería. Eso sí, los camareros llevan elegantes uniformes con chaleco rayado y pajarita, y los servicios han sido reformados, aunque continuamos sin jabón. Las mismas caras de siempre, por las que no parece haya pasado el tiempo -¿seré yo uno de los afortunados?- excepto la del profesor Monedero, que envejece a ritmo acelerado (el estalinismo no es bueno para la salud) y cuya indumentaria gana en color y en marcas norteamericanas. Supongo que la solidaridad con el gobierno chino y sus campos de reeducación llevan a la izquierda a lucir prendas de marca confeccionadas por mano de obra carcelaria. Los liberales tendremos que contrarrestar llevando ropa india para mostrar nuestro apoyo a ese país que poco a poco se abre al mundo -esperemos que el mundo también se abra a él- y que conserva y expande sus libertades democráticas contra tirios y troyanos, socialistas de diversa casta e islamistas.

Observo en las paredes una saturación de pintadas, que se sobreponen unas a otras hasta hacer de los muros un cuadro abstracto de dudoso valor artístico. Entre ellas leo Eskupe al Alcalde, y otras muchas llamando a la juventud a la violencia y al exterminio del adversario político, de clase o de orientación sexual, como las exhortaciones de activistas gays a "desheterorizar" (sic) a la sociedad. Nunca pensé que una felación llegara a convertirse en un acto revolucionario. Tanto peor para el que la practica, que además de quedarse con agujetas en las mandíbulas quedará bastante insatisfecho.

Poco a poco me va invadiendo una tristeza plomiza y sofocante. Poco queda ya de aquel espíritu de auténtica rebeldía de los noventa. Recuerdo la organización de comandos por la libertad de prensa, que visitaban varias veces al día la librería y pedían ABC, El Mundo o Diario 16. Huelga decir que allí sólo se vendía El País. También recuerdo las visitas de políticos de todos los partidos, de los llenos de Rato, Álvarez Cascos y Anguita. Hoy ellos y los que a ellos se parecen son vetados. A menos que uno defienda el nacionalismo étnico y la violencia callejera y comprenda el Islam lo lleva crudo. Si los nacionalsocialistas alemanes levantaran la cabeza se morirían de gusto.

Aquella protesta democrática contra la corrupción y el terrorismo de Estado ha sido reemplazada por el culto a la destrucción, el nihilismo y la ignorancia. En los cristales de la oficina de Alternativa Universitaria-Estudiantes de Izquierda, la correa de transmisión de IU en la Universidad, se puede ver una bandera de las FARC. A pocos centímetros, un cartel anuncia el carácter antiimperialista y en contra de la guerra de la asociación y la celebración de un Congreso en Venezuela auspiciado por Chávez. La crasa contradicción es demasiado obvia para ser comentada. De todas formas, entristece saber que los criterios de AU-EI son sumamente selectivos, y que el partido de Llamazares se ha convertido en algo así como el Otegui de la política internacional -ZP sería Ibarreche- dedicado a la defensa de cualquier asesino en serie, narcotraficante o tirano que se defina como antinorteamericano.

Entro en la biblioteca y no encuentro en el expositor de novedades ni un solo libro que se aparte del neomarxismo, y mientras busco Por qué Le Pen de Ferran Gallego, que a la vista de la evolución posterior del autor parece se percibe como un confuso canto de cisne izquierdista previo a una aparente resurrección liberal -descansa en paz Jorge, aquí dos lloraron tu muerte, y uno vio caerse de un pedestal la preciosa imagen construida por años de legendarios elogios-. Decía que mientras buscaba un libro sobre Le Pen descubro Ser de derechas, de German Yanke. Me pregunto qué malévola mente habrá decidido colocar el volumen en la estantería correspondiente a la extrema derecha y el neofascismo, y no en la dedicada a liberalismo y conservadurismo. El hallazgo actúa como un golpe de gracia que me hace abandonar la biblioteca, tomar un rápido té en la cafetería y abandonar el edificio. Durante los años he establecido relaciones de cordialidad y alguna cercana a la amistad con algunos bibliotecarios. Ahora me espanta pensar que alguno de ellos haya sido infectado por el virus del sectarismo y la intolerancia. Me figuro que en tiempos de la Peste Negra, el individuo aparentemente sano escudriñaría con idéntica ansiedad los rostros de sus conciudadanos en busca de síntomas de infección. Al mismo tiempo rogaría a Dios para que ese ligero dolor de cabeza que le produce su somera investigación no fuera también síntoma de enfermedad.

Mientras camino hacia la parada de autobús intento recordar aquellos versos de Quevedo que intento aplicar a mi facultad, a ese lugar en el que pasé lo que sin duda fueron mis mejores años.
Sólo espero que a pesar de la intransigencia y el sinsentido totalitario imperantes en estos días, la facul siga siendo para muchos su finest hour.

Miré los muros de la patria mía,
si un tiempo fuertes ya desmoronados
de la carrera de la edad cansados
por quien caduca ya su valentía.

Salíme al campo: vi que el sol bebía
los arroyos del hielo desatados,
y del monte quejosos los ganados
que con sombras hurtó su luz al día...
Francisco de Quevedo.