Tuesday, July 26, 2005

INTERESANTES DEBATES EN WASHINGTON

El receso veraniego del Congreso norteamericano se produce en un momento de alta tensión política y debates interesantísimos en el Partido Demócrata y la izquierda norteamericana. Tras once horas de debate la Cámara de Representantes renovó la Patriot Act con el voto a favor de 44 demócratas y casi todos los republicanos -sólo 14 votaron en contra. La ley ha sido endurecida, y ahora los delitos de sangre terroristas serán castigables con pena de muerte. Por otra parte, la utilización del narcotráfico para financiar actividades terroristas será penada con al menos veinte años. Estados Unidos actualiza de esta forma las leyes para adaptarse a la estrategia terrorista, y no lamentarse luego, como por desgracia ocurre en Europa.

La ruptura del movimiento sindical, que en el último Congreso pierde cuatro organizaciones que representan el 40% de los afiliados, ilustra la célebre Ley de Hierro de la oligarquía que ya formulara Robert Michels aplicada al Partido Socialdemócrata Alemán a principios del siglo XX. Mientras la cúpula sindical y el partido demócrata abogan por una mayor unidad de acción y por emplear más recursos en la promoción de candidatos al Congreso, los rebeldes optan por una organización más descentralizada y por la autonomía sectorial. Cada parte apela a la nueva situación de la economía mundial para defender su postura. La oficialista quiere más burocracia unos vínculos más íntimos con los congresistas. La rebelde defiende la flexibilidad y los vínculos directos con los trabajadores como remedio a la caída en los niveles de afiliación. Huelga decir cuál de las dos posturas responde mejor a los nuevos tiempos.

Frente a los que tras las últimas elecciones presidenciales pidieron un Partido Demócrata más izquierdista, líderes como Hillary Clinton, el gobernador de Iowa y el anterior presidente del partido hacen un llamamiento a recuperar el voto centrista. Algunas de las propuestas incluyen el reforzamiento del patriotismo como un valor progresista y el abandono de la oposición a la inclusión de organizaciones religiosas en sectores como la enseñanza y los servicios sociales. Otra propuesta en línea con la moderación de las posturas laicistas es la aceptación de un diálogo sobre el aborto que incluya medidas que reduzcan su incidencia incluso si esto significa establecer alguna restricción. En otras palabras, una vuelta a la imagen de moderación que tanto ayudó a Bill Clinton y que sin duda fue clave en la derrota del Vetusto Demócrata Kerry en 2004. No parece que la vía multicultural y laicista de Zapatero esté siendo muy exitosa, ni en Europa ni mucho menos en los Estados Unidos. Y un jarro de agua fría para algunos de los asesores del presidente español, que se empeñan por presentarnos la actual política española como un modelo para la izquierda internacional.

Y para el nuevo curso dos asuntos, uno pendiente y otro nuevo, que seguro ocuparán mucho tiempo en la agenda los congresistas: los nombramientos de Bolton como embajador norteamericano en la ONU y de John Roberts como nuevo magistrado del Tribunal Supremo. El primero podría ser nombrado de forma temporal a la espera de que los senadores demócratas pongan fin al bloqueo contra el diplomático, y el segundo se enfrentará a todo tipo de preguntas cuando sea interrogado en la Comisión Judicial del Senado. Sin embargo, Roberts podría acogerse a la regla 5 del Código de Conducta de la Asociación de la Abogacía y negarse a responder preguntas que vaticinen su postura ante casos sobre los que probablemente tendrá que pronunciarse el Tribunal. Esta cláusula protege a los candidatos a juez frente a la politización y obliga al legislativo a centrarse en los méritos profesionales del candidato más que en sus ideología. Por otra parte, llevada a su extremo, esta norma privaría al Senado de su derecho al consentimiento informado sobre los nombramientos presidenciales. Vaticino que los norteamericanos se mostrarán favorables a una aplicación flexible de la regla 5 y no verán con buenos ojos que los demócratas conviertan el caso Roberts en un nuevo circo mediático, tal y como hicieron con las jueces Rogers Brown y Owen. El fracaso de la estrategia obstruccionista de la minoría demócrata y la impopularidad del secretismo del gobierno de Bush serán factores que tal vez sirvan para moderar y enfriar la actual acrimonia reinante en Washington.

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