Como dice uno de mis amigos ancap, si algo tengo claro en la vida es que seguiré pagano impuestos y que votaré al PP hasta que Zapatero y su partido abandonen el poder y él y su escuadra de leninistas irredentos desaparezcan de la política.
Sin embargo, no faltan las ocasiones en que a uno le entran ganas de pasar de todos ellos y abstenerse. Ocurre cuando uno se encuentra con alguno de los politicastros arribistas del PP que consideran que por alguna razón que se me escapa, la labor de los que trabajamos en los medios de comunicación consiste en escuchar sus medias verdades, cuando no mentiras, y suspender nuestras facultades mentales en su presencia. Pero ocurre que no todos aspiramos a la poltrona en algún ministerio, consejería o parlamento autonómico, o al pelotazo por algún favor.
Vivo en un barrio céntrico de Madrid considerado un granero del PP, uno de esos sitios donde uno es de derechas mientras no demuestre lo contrario. Sin embargo, la gestión del actual concejal es muy contestada por los vecinos, que se quejan del exceso de "obritas" innecesarias, adornos suntuosos y en general gastos superfluos. Centros culturales y de la tercera edad que funcionan como chiringuitos, oficinas en las que la atención es grosera y excesivas dilaciones en los insufribles trámites burocráticos completan un panorama bastante deficiente. Por si no fuera poco, el concejal siempre ha sido un gallardonista acérrimo, aunque en los últimos meses aspira a un cargo en la CAM. Vamos, el típico político que aspira a la jubilación en un cargo oficial, y a poder ser con coche también oficial.
Hace unos días mantuve una conversación con un diputado regional del PP y un asesor de ese concejal. Con gran asombró descubrí que mi conceja ha sido siempre esperancista, es un hombre cabal e inteligentísimo y todos en el barrio loan su gestión. Se me ocurrió mencionar todo lo que cuento más arriba y además añadir que recordaba una amena disputa a cara de perro manenida entre el concejal y mi interlocutor en la que el primero hizo una cerrada defensa del alcalde de Madrid, hasta el punto de acusar a quienes dentro del partido lo criticaban de ser poco más o menos que desleales al PP. Por su parte, el segundo acusó al concejal de desviación de los principios del partido.
Al agrio gesto de indignación de ambos -ya saben, el "como se atreve" tan típico de la España de otros tiempos- le siguió un grito del diputado y el abandono del asesor. Ninguno quiso debatir la cuestión conmigo o siquiera intentar persuadirme. Se limitaron a reprenderme por mi actitud, uno retirándose escandalizado, otro tratándome como si fuera un niño díscolo.
Comprendo que a algunos políticos tengan que recurrir a la impostura y a la doblez para asegurar su puesto de trabajo, pues ni tienen ni aspiran a otro. De todas formas, les rogaría que dejasen de tratar a los votantes como si fuéramos idiotas. Y también les recordaría que por desgracia para ellos, algunos tenemos ojos, oídos y memoria. La arrogancia, la prepotencia y el autoritarismo de los profesionales de la política es a menudo contraproducentes. Sólo consiguen que gente como yo acabe escribiendo posts como este.
Peor para ellos.
4 comments:
Algunos, de hecho, aún no tenemos nada claro si, en el caso del Ayuntamiento de Madrid, daremos (en esta próxima ocasión) nuestro voto al "PP de Gallardón"...
¿Y por qué no nos dicen quiénes eran? ¿Acaso es nobleza ocultar los nombres de personas con conductas reprobables?
Y ya que estamos en política municipal, ¿tú sabes a qué está esperando Gallardón para recordar a los votantes que el ínclito Miguel Sebastián es de la OPA a Endesa? Ocurrencia que he terminado en que el sector energético español está en manos alemanas.
Saludos.
carcalejos hunde el abc
Prefiero no dar los nombres. pero si alguno de los mencionados lo pide o persevera en su conducta, lo diré, por supuesto.
Miguel Sebastián es todavía peor que Gallardón, por eso digo que seguiré votando al PP de momento, hasta que consigamos botar al PSOE.
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