Ayer Bruce Bawer presentó la traducción que Gota a Gota ha hecho de su último libro, Mientras Europa duerme. En su intervención, Bruce dijo algunas cosas que seguro molestarán a muchos, aunque creo que convienen ser escuchadas, tanto por las mariprogres suicidas como por la derecha más tradicional.
El discurso del político Jorge Moragas tampoco estuvo nada mal. En varias ocasiones incluso se me olvidó su condición de diputado, algo que pocos políticos consiguen.
Bruce Bawer es autor de varios libros más sobre literatura y política y su pagina web es www.brucebawer.com
Un párrafo de su intervención de ayer:
Como crítico literario era tachado de “neo-conservador” porque creo en los criterios literarios. En la campaña electoral de 1992 hubo mucha controversia sobre los derechos gays y muchas mentiras sobre los homosexuales. Es por eso que escribí un libro, A Place at the Table, Un lugar en la mesa, dónde critiqué, como gay y como americano, las estereotipos sobre los homosexuales y también la definición limitada de “homosexual” que los activistas gays de izquierda habían promulgado. A consecuencia de este libro los neoconservadores me condenaron por ser un hombre a la izquierdas, mientras los activistas gays me condenaron por ser “de derechas”. En la opinión de muchos activistas gays yo había cometido un crimen. Porque yo había dicho que un homosexual no tiene que ser ni promiscuo ni antiamericano ni socialista ni tampoco ateo. Un homosexual puede ser anticomunista, puede ser soldado, puede ser cristiano. No es necesario que un homosexual reverencie a Ted Kennedy, o al Che Guevara, quien ejecutó homosexuales, o a José Luis Rodríguez Zapatero.
El discurso del político Jorge Moragas tampoco estuvo nada mal. En varias ocasiones incluso se me olvidó su condición de diputado, algo que pocos políticos consiguen.
Bruce Bawer es autor de varios libros más sobre literatura y política y su pagina web es www.brucebawer.com
Un párrafo de su intervención de ayer:
Como crítico literario era tachado de “neo-conservador” porque creo en los criterios literarios. En la campaña electoral de 1992 hubo mucha controversia sobre los derechos gays y muchas mentiras sobre los homosexuales. Es por eso que escribí un libro, A Place at the Table, Un lugar en la mesa, dónde critiqué, como gay y como americano, las estereotipos sobre los homosexuales y también la definición limitada de “homosexual” que los activistas gays de izquierda habían promulgado. A consecuencia de este libro los neoconservadores me condenaron por ser un hombre a la izquierdas, mientras los activistas gays me condenaron por ser “de derechas”. En la opinión de muchos activistas gays yo había cometido un crimen. Porque yo había dicho que un homosexual no tiene que ser ni promiscuo ni antiamericano ni socialista ni tampoco ateo. Un homosexual puede ser anticomunista, puede ser soldado, puede ser cristiano. No es necesario que un homosexual reverencie a Ted Kennedy, o al Che Guevara, quien ejecutó homosexuales, o a José Luis Rodríguez Zapatero.