Pongo mi fe en que mis pequeñuelos sean objetores de concienciay no cursen «Educación para la ciudadanía» porque no sabría qué hacer con cinco párvulos progres gritando por casa, a todas horas: «¡pazzzz, negociación, alianza de civilizaciones…!» mientras se niegan a aprender idiomas y fi losofía y a dejar de sonreír.
Antes de que los del sindicato del andamio inunden de llamadas la oficina de la agente literaria de Ángela Vallvey con mensajes tipo "Ángela, quiero que los tengas conmigo" y cosas así, les informo de que la creadora usa un lenguaje figurado. La chica tiene novio y también fue madre, así que de momento no precisa los servicios de ningún macho carpetovetónico además del que ya disfruta.
En todo caso, su I Have a Dream del domingo pasado es de lo mejorcito que he leído en los últimos tiempos. Lo reproduzco en su integridad para fruición y placer de todos. ¡Viva la libertad! ¡Objeción a Educación para la Servidumbre, ya! Y de paso, ¡abajo los mariprogres y los comisarios sexuales queer! -nada de lo dicho por Luis, Aquiles y otros en las últimas semanas es nuevo; llevo años oyendo cosas así, incluso peores.
Sí, igual que Martin Luther King: yo también tengo un sueño. Sueño que un día los hijos de los pobres, que van a la escuela pública donde dictan sus leyes a golpe de decreto los sucesivos gobiernos socialistas –porque los del PP cuando llegan al poder no se atreven a meterle mano a la educación, como si la educación pública fuera cosa de progres–, sueño que los hijos de los pobres y los de la clase media que no llega a fi n de mes (ésa a la que le ha caído el hipotecón de por vida), y los hijos de los ricos –o sea: de los que pueden permitirse pagar un colegio privado para sus vástagos–, podrán sentarse juntos en la misma mesa de la misma aula de la misma universidad. Sueño que los hijos de los ricos no serán los únicos que podrán ir a colegios donde tendrán la posibilidad de ahorrarse las imposiciones nacionalistas en materia de lenguaje y aprender, no un solo idioma minoritario, sino por los menos tres que les abran las fronteras del mundo, y no únicamente las de su pueblo. Sueño que los hijos de los ricos no serán los únicos que no tendrán que tragarse todo el dogma zapateril de la «Educación para la ciudadanía ». Sueño que un día el Estado español, sudoroso por el calor de la tontería y del caudillaje del progresismo, se transformará en un oasis de libertad y justicia. Sueño que un día España se liberará de los diversos totalitarismos minoritarios que la atenazan, como los nacionalismos exacerbados. Sueño que mis cinco hijos –en el caso de que me decida a tenerlos– no serán juzgados por su buena o mala disposición a estudiar «Educación para la ciudadanía», ni por su negativa a dejarse adoctrinar, sino por el contenido de su carácter y de su currículum. Tengo ese sueño hoy. Esa es mi esperanza: poder contemplar un día a mis cinco retoños y no encontrarme con que son cinco pequeños clónicos de Zapatero, porque el susto me mataría. Pongo mi fe en que mis pequeñuelos sean objetores de conciencia y no cursen «Educación para la ciudadanía» porque no sabría qué hacer con cinco párvulos progres gritando por casa, a todas horas: «¡pazzzz, negociación, alianza de civilizaciones…!» mientras se niegan a aprender idiomas y fi losofía y a dejar de sonreír. Pongo mi fe en poder trabajar por mis pequeñines, luchar junto a ellos, que mis retoños vayan a la cárcel junto a los hijos de los ricos y de los pobres porque hayan tenido las mismas oportunidades de ir al trullo todos ellos ya desde el colegio. El día en que los hijos de ricos y pobres tengan las mismas oportunidades, seremos libres y podremos cantar: «Mi país es una dulce tierra de libertad. Para ello yo canto. Tierra donde mis abuelos murieron y nadie los molestó, una vez en sus tumbas, con memorias ni con historias. Tierra del orgullo de hombres y mujeres valientes, y con su graduado escolar. Desde cada costado de los cerros de Úbeda a los del Mulhacén, dejemos que suene la libertad, por lo menos de enseñanza». Yes, I have a dream.
La Razón, domingo 24 de junio de 2007.
Antes de que los del sindicato del andamio inunden de llamadas la oficina de la agente literaria de Ángela Vallvey con mensajes tipo "Ángela, quiero que los tengas conmigo" y cosas así, les informo de que la creadora usa un lenguaje figurado. La chica tiene novio y también fue madre, así que de momento no precisa los servicios de ningún macho carpetovetónico además del que ya disfruta.
En todo caso, su I Have a Dream del domingo pasado es de lo mejorcito que he leído en los últimos tiempos. Lo reproduzco en su integridad para fruición y placer de todos. ¡Viva la libertad! ¡Objeción a Educación para la Servidumbre, ya! Y de paso, ¡abajo los mariprogres y los comisarios sexuales queer! -nada de lo dicho por Luis, Aquiles y otros en las últimas semanas es nuevo; llevo años oyendo cosas así, incluso peores.
Sí, igual que Martin Luther King: yo también tengo un sueño. Sueño que un día los hijos de los pobres, que van a la escuela pública donde dictan sus leyes a golpe de decreto los sucesivos gobiernos socialistas –porque los del PP cuando llegan al poder no se atreven a meterle mano a la educación, como si la educación pública fuera cosa de progres–, sueño que los hijos de los pobres y los de la clase media que no llega a fi n de mes (ésa a la que le ha caído el hipotecón de por vida), y los hijos de los ricos –o sea: de los que pueden permitirse pagar un colegio privado para sus vástagos–, podrán sentarse juntos en la misma mesa de la misma aula de la misma universidad. Sueño que los hijos de los ricos no serán los únicos que podrán ir a colegios donde tendrán la posibilidad de ahorrarse las imposiciones nacionalistas en materia de lenguaje y aprender, no un solo idioma minoritario, sino por los menos tres que les abran las fronteras del mundo, y no únicamente las de su pueblo. Sueño que los hijos de los ricos no serán los únicos que no tendrán que tragarse todo el dogma zapateril de la «Educación para la ciudadanía ». Sueño que un día el Estado español, sudoroso por el calor de la tontería y del caudillaje del progresismo, se transformará en un oasis de libertad y justicia. Sueño que un día España se liberará de los diversos totalitarismos minoritarios que la atenazan, como los nacionalismos exacerbados. Sueño que mis cinco hijos –en el caso de que me decida a tenerlos– no serán juzgados por su buena o mala disposición a estudiar «Educación para la ciudadanía», ni por su negativa a dejarse adoctrinar, sino por el contenido de su carácter y de su currículum. Tengo ese sueño hoy. Esa es mi esperanza: poder contemplar un día a mis cinco retoños y no encontrarme con que son cinco pequeños clónicos de Zapatero, porque el susto me mataría. Pongo mi fe en que mis pequeñuelos sean objetores de conciencia y no cursen «Educación para la ciudadanía» porque no sabría qué hacer con cinco párvulos progres gritando por casa, a todas horas: «¡pazzzz, negociación, alianza de civilizaciones…!» mientras se niegan a aprender idiomas y fi losofía y a dejar de sonreír. Pongo mi fe en poder trabajar por mis pequeñines, luchar junto a ellos, que mis retoños vayan a la cárcel junto a los hijos de los ricos y de los pobres porque hayan tenido las mismas oportunidades de ir al trullo todos ellos ya desde el colegio. El día en que los hijos de ricos y pobres tengan las mismas oportunidades, seremos libres y podremos cantar: «Mi país es una dulce tierra de libertad. Para ello yo canto. Tierra donde mis abuelos murieron y nadie los molestó, una vez en sus tumbas, con memorias ni con historias. Tierra del orgullo de hombres y mujeres valientes, y con su graduado escolar. Desde cada costado de los cerros de Úbeda a los del Mulhacén, dejemos que suene la libertad, por lo menos de enseñanza». Yes, I have a dream.
La Razón, domingo 24 de junio de 2007.
2 comments:
¿Es tuyo?
No, es de Ángela Vallvey, poeta, novelista y columnista de La Razón
Post a Comment