Hace unos minutos, Elena Valenciano, portavoz del PSOE en la comisión de Relaciones Exteriores del Congreso de los Diputados de España, pedía en una entrevista en Onda Cero, la emisora que suelo escuchar, que la "violencia indiscriminada de Israel contra la población civil" terminase. Este es el tipo de propaganda que tanto perjudica a la paz.
En septiembre de 2007 Hamás se dedicó a bombardear los colegios del sur de Israel minutos antes de que abrieran las aulas. Varios niños resultaron heridos y algunas instalaciones quedaron inutilizadas. Creo que disparar contra niños a fin de matarlos a todos es un acto de crueldad intolerable. Israel ha estado aguantando muchos ataques. Es normal que ahora quieran terminar con Hamás y acabar con su infraestructura.
Algunos sugieren que la respuesta israelí es oportunista y que obedece a los intereses electorales de los partidos de aquel país. ¿Qué me dicen de los intereses de Ahmadineyad? La semana pasada, Moisés Naím, editor de Foreign Policy, alertaba de las peligrosas consecuencias políticas de la crisis económica, ya que algunos dictadores como los ayatolás de Irán, Hugo Chávez y Putin estaban siendo especialmente dañados por la falta de dinero, y que así no podrían mantener su carísimo estilo de vida político. Quizá llevasen a cabo acciones desesperadas para no perder el poder en sus países. Creo que ahí está la clave de la nueva ofensiva de Hamás contra Israel. El mensaje de Ahmadineyad, que una vez más denuncia la conjura sionista (los alumnos de la universidad católica CEU San Pablo pudieron escuchar el mismo discurso de boca de uno de sus empleados hace menos de dos semanas; ¡qué vergüenza!), no deja lugar a dudas.
Antes de lanzarnos a acusar a Israel de todos los crímenes conocidos, pensemos por qué este país ataca a los terroristas, y quién paga y apoya a Hamás. También quienes en Occidente, por acción, omisión, irresponsabilidad o mal concebida conveniencia alientan el islamofascismo. Son muchos y están en todas partes.
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