Monday, June 20, 2005

ETA, COGAM, La cuota femenina y otros desmadres

El último comunicado de ETA no deja de sorprender por la renuncia de la banda a la lucha de clases marxista. A partir de ahora, los representantes electos de la explotación, los miembros del Consejo de Administración de la burguesía quedan oficialmente amnistiados. No así los trabajadores –y trabajadoras- que tengan la mala suerte de estar en el sitio equivocado a la hora equivocada, quienes recibirán algún trozo de metralla en nombre de la supuesta solución democrática al conflicto vasco. Sin embargo, la sorpresa no debería ser tal, pues ya se sabe que los movimientos revolucionarios no han dejado de cometer asesinatos en masa y genocidios contra precisamente las clases que dicen defender. Recientemente el académico y miembro de la Comisión de la Verdad de Perú, Carlos Iván Degregori, dio una conferencia en la Universidad de California. El informe final de la Comisión, cuyos miembros según el autor buscaban minimizar las atrocidades de Sendero Luminoso y se centraron en los crímenes perpetrados por el Estado, reveló que algo más de la mitad de los asesinados lo fueron por la guerrilla. En el peor de los casos, a las fuerzas de seguridad peruanas no se les pudo imputar más de 45 por ciento de las muertes violentas. Una comisión similar en El Salvador llegó a conclusiones parecidas, por no mencionar la labor de genocidio sistemático de minorías realizado por el ínclito Che Guevara en Cuba. En su libro Los orígenes sociales de la dictadura y de la democracia Barrington Moore señala la triste paradoja de que nunca antes en China se había producido tal violencia contra los campesinos como la ocurrida durante los años de la Revolución Maoísta, cuyo Credo proclamaba la redención de los sin tierra.

El genocidio frustrado contra los homosexuales cometido en Cuba por el Che y sus sucesores –la naturaleza es terca y se dedica a producir gays por mucho que les pese a los revolucionarios nacional socialistas de todo tipo- me lleva a recordar cierto documento publicado por la Coordinadora Gay de Madrid en los ochenta y los noventa en el que entre los objetivos de la organización se mencionaba, literalmente y sin matizaciones “La abolición de la familia”. No sé cuántos homófobos habría en la manifestación del sábado pasado en Madrid, tal vez bastantes, aunque lo cierto es que el lenguaje de las organizaciones convocantes difícilmente se puede calificarse como tal. Al menos el liderazgo hizo gala de moderación en sus manifestaciones públicas y se muestra a favor de legalizar las uniones homosexuales y dotarlas de derechos. De lo que no me cabe duda es que en la cúpula de algunas organizaciones gay existen elementos claramente iliberales que hace unos años presentaban el matrimonio como una claudicación ante los valores burgueses y que ahora lo apoyan fervientemente. ¿Será que la modalidad que el gobierno ha elegido para legalizar las parejas gay, una redefinición total de la institución que la vacía de contenido, se presenta en ciertas mentes como un paso más hacia esa ansiada revolución social? Cada día se hace más necesaria una mayor diversidad dentro del movimiento gay, excesivamente oligarquizado en el peor sentido de la palabra, cuyos portavoces se perpetúan desde hace más de quince años, eso sí, con simpáticos y frecuentes cambios de imagen, no siempre del todo telegénicos.

Pasando revista a la lista de diputados en la página web del Congreso (http://www.congreso.es/) he calculado el porcentaje de mujeres entre los representantes populares y socialistas. El 28% de los congresistas peperos son mujeres, y los sociatas cuentan entre sus filas con un 45% de féminas. ¿Qué ha pasado con la paridad? Parece ser que entre los representantes que han dimitido en el último año debido a diversas razones –nombramientos en el ejecutivo que no permiten al diputado ejercer las dos funciones correctamente, lo que los lleva a renunciar a su puesto en el Congreso, que es ocupado por el siguiente de la lista- las mujeres socialistas se llevan la palma, y el partido no aplica aquí la cuota. Veremos el porcentaje de mujeres con el que el Grupo Socialista concluye la legislatura. Me apuesto a que seguirá alejándose del 50% con que comenzó. No estaría de más que las organizaciones feministas estuvieran ojo avizor ante este fraude y lo denunciaran.

De la última cumbre Europea mejor no hablar mucho, salvo en tirón de solapa de Chirac a Zapatero para hacerse la foto juntos, y la confirmación de que el próximo gobierno alemán cambiará de postura frente a las pretensiones galas. Angela Merkel ya se ha pronunciado a favor de una solución de compromiso que incluya la reducción de las ayudas a la agricultura francesa, y los países del norte se muestran en principio favorables al cambio. El PP baja en Galicia, pero no tanto como se esperaba, y el avión que iba a conducir a Zapatero al norte ayer por la noche al final se quedó en tierra. Tendremos que esperar unos días para saber si despega. Sea cual sea el resultado final, mucho me temo que los mismos que reivindican el voto del inmigrante recién llegado a España se muestren ahora favorables a privar del sufragio a los residentes en el extranjero, que en los últimos años se han empeñado en votar mayoritariamente al PP y en ignorar a los partidos nacionalistas. No parece que los hijos de los exiliados y emigrantes voten en clave guerracivilista, como a las élites progresistas les gustaría. Tanto mejor para la convivencia pacífica de los españoles, aquí y fuera. Y que así sea.

1 comment:

josé maría said...

Hablando del posible discurso homófobo soterrado de todo este sarao que se ha montado hay un artículo muy interesante y analizable que leí el domingo en El Mundo.

El artículo en cuestión está escrito por Cristina López Schlichting. Parte de un principio/aclaración que deja por sentado que los homosexuales son gente corriente y moliente como los demás y que cada ser humano tiene el derecho a juntarse con quien quiera (faltaría más), pero a la hora de contar los contras de semejante "revolución social" cita el estudio estadístico de no sé qué psicólogo (mi memoria no da para tanto) sobre las consecuencias de la educación de un hijo adoptado por padres homosexuales.

El resultado era que el porcentaje de homosexualidad en los niños educados en este ambiente era considerablemente superior al de los criados por padres heterosexuales de los de toda la vida.

De aquí yo me pregunto dos cuestiones:

1- ¿En qué quedamos? ¿No eran los homosexuales gente igual que los demás, sin ninguna tara psíquica ni minusvalía? ¿Tan catastrófica es la venida de nuevos homosexuales a la Tierra? ¿En la era de la células madre tendremos que erradicar la homosexualidad por todos los medios?
Vayamos acostumbrándonos, existirán siempre. Y tampoco es para tanto, socialmente hablando.

2- ¿Por qué hablamos siempre de adopciones? ¿Por qué tenemos siempre al varón como muestra de cualquier estudio social? ¿Tenemos en cuenta que los homosexuales también pueden ser mujeres, y que éstas, como tales, pueden parir?

Detrás de todo este discurso del "ser como Dios manda" hay muchas cosas que me ponen los pelos de punta y que afectan a muchos colectivos más allá del ámbito gay. Me vienen a la cabeza los padres que crían a sus hijos sin figura materna (la crianza no es una figura masculina), a los que toman la soltería como modo de vida, a los que deciden no procrear siendo conscientes responsablemente de su falta de sentimiento paternal/maternal, a las mujeres, siempre ninguneadas hasta para hacer listas negras...

Yo no tengo tan clara la figura de la paternidad homosexual. Pero por lo menos soy honrado y no disfrazo mis argumentos.

Qué dura es la era de la corrección política.