Esta es una de esas ocasiones en las que uno lamenta haber acertado. El en post anterior decía que la estrategia de Berlusconi en los últimos días de campaña indicaba que la ventaja de la izquierda se había esfumado y que la situación era seguramente de igualdad en la intención de voto. Efectivamente, así ha sido.
Las acusaciones de fraude hechas por Berlusconi son muy graves, y a menos que se descubran irregularidades, fraudes o simplemente errores en el recuento, huelga decir que esta denuncia puede tener un efecto letal en la política italiana. Por una parte es comprensible que con una distancia de 0,1% de los sufragios, se lleve a cabo un recuento. En algunos países, existe un procedimiento automático de recuento cuando la distancia entre el primero y el segundo es menor que el 1%. Una práctica ciertamente imitable, aunque vestirla de fraude introduce un elemento perturbador en el sistema que puede incidir negativamente en su legitimidad.
Voy a aventurar dos posibles razones de la conducta de Berlusconi, asumiendo que los errores que se detecten no varíen el resultado: 1. Quiere evitar que algún elemento de su coalición negocie con Prodi apoyar algunas de sus políticas a cambio de apartar a los elementos más radicales del bloque de izquierdas. Los comunistas, que se han convertido en la cuarta fuerza política italiana, llevaron a cabo una sistemática labor de sabotaje y desestabilizació durante la legislatura de izquierdas de 1996-2000. La consecuencia de esto fue la convocatoria anticipada de elecciones y el triunfo de Berlusconi. 2. Desea negociar él mismo con Prodi, tanto asuntos políticos como personales. Como se solía decir de Felipe González en 1996, al primer ministro italiano tal vez le aguarde un horizonte penal nada favorable.
Una nota sobre la controversia que se produjo en los Estados Unidos tras las presidenciales de 2000: el recuento de votos de las famosas papeletas del condado de Palm Beach, Florida, realizado por diversos medios de comunicación tan poco republicanos como el New York Times y algunas ONGs confirmó la victoria de Bush incluso imputando los votos dudosos a Al Gore. Otra cosa es que algunos de los votos a Pat Buchanan fueran en realidad votos demócratas equivocados, pues en algunos casos el agujero hecho por la máquina estaba justo entre Pat Buchanan y Al Gore. Sin embargo, las normas sobre votos nulos son claras: ante la duda el voto se anula.
He trabajado como interventor electoral en cuatro elecciones y puedo dar fe de que esa es la norma que se aplica en España. En ocasiones son los interventores de los partidos quienes persuaden al presidente de la mesa a anular votos dudosos, pues si se deja pasar alguno sin el acuerdo de todos los interventores la mesa podría ser impugnada. Es un método que evita las disputas y acelera el escrutinio. Además, los votos nulos se adjuntan al expediente y se envían al juez, quien tiene la última palabra. Esto último no ocurre en los Estados Unidos, de modo que cualquier desacuerdo se resuelve necesariamente por medio del litigio. De momento, la fiscalía de Roma ha abierto una investigación sobre 900 votos encontrados por un viandante en la basura. ¿Capítulo primero de una larga historia o falsa alarma? Esperemos que tanto Berlusconi como Prodi estén a la altura y que todos mantengan la calma.
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