Ayer un tetuliano de un progrma de radio (no recuerdo si en la SER o en Onda Cero) se congratulaba de que las elecciones gallegas hayan despertado más interés que las vascas. Lo achacaba a la normalidad vasca y se alegraba de que hubiesen desaparecido de la escena las figuras políticas que fomentaban la crispación. No se refería a HB, sino al PP.
La verdad es que la ausencia de los proetarras y el gran atractivo mediático de los escándalos protagonizados por Anxo Quintana y Touriño, junto a la salida de pato de banco del cacique Baltar (se me ocurre que una razón para votar al PP podría ser animar a Feijoó a que limpie Orense de moralla) han hecho de las elecciones en Galicia un acontecimiento mucho más divertido que las autonómicas vascas. Sin embargo, dudo mucho que la normalidad sea la situación actual en el País Vasco. Los proetarras siguen coaccionando a la gente, las herriko tabernas continúan abiertas, y de vez en cuando ETA pone una bombita para recordarnos a todos que siga viva y coleando.
Nadie informa de las actividades de Democracia 3 millones a favor de la abstención porque ningún periodista se atreve a bucear en el Euskadi profundo. Los que lo hicieron en el pasado tuvieron que irse, y los que quedan no quieren problemas.
En fin, que menos normalidad y más valentía.