Internet es un ámbito especialmente propicio a los experimentos que desmienten con éxito las viejas dicotomías y el maniqueísmo caduco que aún domina buena parte de los debates políticos de nuestro tiempo.
Kevin Kelly, fundador de la revista de tecnología Wired y sucesor de Stewart Brand, padre del hipismo individualista y creador de una de las primeras comunidades online, The Well (también a mí todo esto me sonaba a ciencia-ficción hace unos años) celebra en un artículo titulado El nuevo socialismo el advenimiento del colectivismo internético, un movimiento que tiene muy poco que ver con el socialismo de nuestros bisabuelos.
La proliferación de páginas como Wikipedia, en las que miles de individuos ofrecen de forma libre bienes y servicios a otros por puro placer o diversión, e inventos como Linux, un sistema operativo gratuito fruto de la labor de la Free Software Foundation, OpenOffice y Mozilla, constituyen el mayor desafío actual a lo que Kelly denomina “socialismo de bandera roja”.
A través de multitud de páginas cooperativas “masas de personas poseedoras de los medios de producción trabajan para lograr un objetivo y ponen en común sus productos, aportan trabajo gratuito y disfrutan de los frutos del trabajo sin pagar. No me parece excesivo llamarlo socialismo”. A mí tampoco. De todas formas, la carencia de ideología y de planificación y coordinación centrales, la falta de una teleología, es decir, alguna causa final por la que valga la pena matar y morir, y el importante componente hedonista de estas iniciativas, sitúan estos proyectos más cerca del vitalismo de Nietzsche que de la utopía marxista de los últimos tiempos que nunca llegarán.
¿Es el comunismo.com la nueva frontera? ¿Es el socialismo digital la auténtica tercera vía, alejada tanto de la organización burocrática como de la basada en el beneficio? ¿Es algo así compatible con el libre mercado? ¿Tiene razón Bill Gates cuando acusa a los liberales partidarios del software libre de estar cavando sus propias tumbas? Creo que no. El nuevo socialismo de Internet no sería posible sin el excedente de tiempo y dinero del que disponen sus impulsores, que a menudo han utilizado estas iniciativas voluntarias como fuente de inspiración de nuevos y lucrativos negocios.
Lo que sí me intriga es por qué en otros países colectivos tan dispares como el proabortistas y la derecha religiosa apoyan la intervención del Estado para forzar a los operadores a respetar la llamada neutralidad de la red. Me temo que lo que ambos grupos defienden no es la libertad de expresión, sino la limitación de la libertad de contratación de quienes prefieren dedicar su tiempo libre al exhibicionismo altruista y no a la compra de políticos. Eso sí es socialismo.
1 comment:
>"...aportan trabajo gratuito y disfrutan de los frutos del trabajo sin pagar. No me parece excesivo llamarlo socialismo”. A mí tampoco.
A mí sí, ya que lo hacen voluntariamente (no serían susceptibles de castigo si no lo hiciesen). Si no, todo bloguero con lectores y sin anuncios es socialista.
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