Soy fan de El encantador de perros, la serie del educador canino César Millán que se emite en Cuatro de lunes a viernes. También de House, el médico políticamente incorrecto que salva la vida de pacientes en manos de sus compañeros buenistas, que a golpe de compasión son capaces de acabar con todos. La quinta temporada promete ser la mejor de todas.
Ayer estuve googleando y descubrí que en Madrid existen algunos discípulos de César Millán. Entre ellos, Edén canino, cuya página web me parece muy atractiva. Ofrecen educación de cachorros y tratamientos contra esas locuras que a veces se apoderan de nuestros perros y ante las que somos impotentes. Hay un párrafo de la filosofía de esta empresa que me ha gustado mucho y que en cierta forma me recuerda al doctor House, pues destierra la estúpida animalización de los animales y dice las cosas tal y como son:
Un perro libre puede permanecer sentado cuando abrimos la puerta a una visita. Un perro libre puede correr suelto en el campo, porque sabe cuándo volver a nuestra llamada. Un perro libre puede ser acariciado por niños en el parque porque ha sido socializado con ellos. Un perro libre nunca nos gruñe cuando nos acercamos a su comida, porque nos respeta. Un perro libre camina a nuestro lado en vez de tirar de la correa. Un perro libre ha aprendido a inhibir su mordisco y puede jugar con otros perros sin temor a un conflicto.
En medio de la locura en la que vivimos, parece que las únicas islas de sentido común que nos quedan son para los perros. Ojalá Edén canino ampliase sus terapias a algunos humanos.
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