Los espectadores de France 2, la gran televisión pública francesa, que se ha quedado sin anuncios en hora punta como aseguran que le ocurrirá a TVE, no están contentos con la novedad. Más bien al contrario. Muchos piensan que la programación sin anuncios parece desprovista de empaque y, sobre todo, echan en falta las pausas.
Lo anterior viene a cuento de una excelente serie de reportajes que publica este mismo periódico sobre la esclavitud a que son sometidas miles de prostitutas. Esos reportajes nos dignifican por partida doble: porque para denuncias de este tipo sirven los periódicos, y porque demuestra que, por más que les necesitemos, no nos achantamos ante nuestros anunciantes.
El lector habrá notado que, en crisis las inmobiliarias y en horas bajísimas el consumo, los pequeños anuncios de prostitución son una importante, casi vital fuente de ingresos para los periódicos. Me parece una lástima que publiquemos esos anuncios y promocionemos la prostitución. Pero al mismo tiempo la denunciamos, o denunciamos una parte de ella. Algo es algo.
Estoy esperando que un día de estos algún columnista de ABC o La Razón, de esos que defienden los valores tradicionales, comente los anuncios de prostitución que publica su periódico. Aunque por otra parte, nada más tradicional que la prostitución, ¿no creen?
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