Una encuesta de Pew revela que en los EE.UU. el nivel de apoyo a la libertad de tenencia de armas aumenta, mientras que la opinión respecto del aborto legal está cada vez más igualada entre quienes lo defienden y quienes no están de acuerdo con él.
La reducción del respaldo al aborto legal (y libre, como es en ese país) se produce en todos los grupos de edad, inclusive los jóvenes, y sobre todo entre los hombres y los votantes independientes.
Ante el aumento del apoyo al matrimonio homosexual que reflejan las últimas encuestas de opinión, especialmente entre los jóvenes y los votantes independientes, me pregunto si no se estará produciendo un desenganche de este asunto, es decir, si la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo comienza a independizarse de la ideología política, o de lo que los electores perciben como políticas progresistas o conservadoras. De ser así, esta tendencia, reflejaría el triunfo de la táctica pragmática seguida por las principales organizaciones gays de los EE.UU., consistente en atraer a su causa a políticos de ambos partidos y de enmarcar la polémica en términos de derechos civiles, no de cambio social, y en valores tradicionales.
Al contrario de lo que sucedió en España, donde el partido popular ha optado por el conservadurismo social contradiciendo algunas de sus políticas anteriores (el aborto y la píldora del día después son dos ejemplos de lo que digo), en otros países de Europa la polémica sobre el matrimonio gay ha sido desactivada precisamente por la derecha. Ahí están los asos de Suecia y Noruega, pero también de Francia, donde Sarkozy es el presidente más gay-friendly de su historia, y Gran Bretaña, con David Cameron advirtiendo a sus diputados que su partido no va a dar un paso atrás en su política de igualdad de derechos para todos independientemente de la orientación sexual.
Hasta ahora esta táctica no parece haber costado a estos partidos un solo voto -más bien lo contrario- y al mismo tiempo hurta a la izquierda una de las armas que podría usar para presentar a la derecha como una opción liberticida. Y lo que es más importante para toda la población, elimina del debate un asunto baladí.
Mientras tanto, el Partido Popular, presionado por las sectas religiosas que anidan en su interior y en su periferia, opta por reforzar su conservadurismo mientras adopta una línea difuminada en economía y podría ofrecer a los nacionalistas un nuevo pacto para desalojar a ZP del poder. Tres errores que pagaremos todos.
La reducción del respaldo al aborto legal (y libre, como es en ese país) se produce en todos los grupos de edad, inclusive los jóvenes, y sobre todo entre los hombres y los votantes independientes.
Ante el aumento del apoyo al matrimonio homosexual que reflejan las últimas encuestas de opinión, especialmente entre los jóvenes y los votantes independientes, me pregunto si no se estará produciendo un desenganche de este asunto, es decir, si la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo comienza a independizarse de la ideología política, o de lo que los electores perciben como políticas progresistas o conservadoras. De ser así, esta tendencia, reflejaría el triunfo de la táctica pragmática seguida por las principales organizaciones gays de los EE.UU., consistente en atraer a su causa a políticos de ambos partidos y de enmarcar la polémica en términos de derechos civiles, no de cambio social, y en valores tradicionales.
Al contrario de lo que sucedió en España, donde el partido popular ha optado por el conservadurismo social contradiciendo algunas de sus políticas anteriores (el aborto y la píldora del día después son dos ejemplos de lo que digo), en otros países de Europa la polémica sobre el matrimonio gay ha sido desactivada precisamente por la derecha. Ahí están los asos de Suecia y Noruega, pero también de Francia, donde Sarkozy es el presidente más gay-friendly de su historia, y Gran Bretaña, con David Cameron advirtiendo a sus diputados que su partido no va a dar un paso atrás en su política de igualdad de derechos para todos independientemente de la orientación sexual.
Hasta ahora esta táctica no parece haber costado a estos partidos un solo voto -más bien lo contrario- y al mismo tiempo hurta a la izquierda una de las armas que podría usar para presentar a la derecha como una opción liberticida. Y lo que es más importante para toda la población, elimina del debate un asunto baladí.
Mientras tanto, el Partido Popular, presionado por las sectas religiosas que anidan en su interior y en su periferia, opta por reforzar su conservadurismo mientras adopta una línea difuminada en economía y podría ofrecer a los nacionalistas un nuevo pacto para desalojar a ZP del poder. Tres errores que pagaremos todos.
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