Me ha producido gran sobresalto saber que el gobierno de Galicia, el que no sabe cómo apagar incendios y convoca manifestaciones contra la oposición -ya saben, en las democracias la oposición convoca elecciones contra el gobierno, en las dictaduras ocurre lo contrario- prepara una ley en la que la galleguidad se definirá como "un deber activo".
Ni Franco llegó tan lejos. Que yo sepa, a ningún español se le exigió que lo fuera de forma activa, a pesar del demogógico y contraproducente discurso sobre la antiespaña que sólo parece haber cuajado entre los nacionalista periféricos y socialistas, quienes fieles a la educación franquista que no han superado, se afanan en señalar a la anti-Cataluña, la anti-Euskadi, y supongo que a partir de ahora, a la anti-Galicia.
Mi abuelo paterno nació en Galicia, y más tarde se estableció en otro punto de España. La mitad de la familia de mi padre vive en esa región. Probablemente la nueva ley me defina como gallego, a pesar de que yo nunca haya estado en esa región ni tenga intención alguna de visitarla. Tampoco importará que la familia de mi madre proceda de Madrid y de Ciudad Real, ni que mi abuelo parterno se casara con una canaria y que ni mi padre ni mis tías nacieran allá.
Resulta que ahora lo más progresista es que un burócrata o un ideólogo te asigne una "nacionalidad" sin tan siquiera preguntar. Bastará un abuelo o un bisabuelo para que a uno le nombren gallego, y por ende le exigan ese "deber activo" cuyo contenido casi prefiero no saber.
Por si las moscas, me gustaría que el gobierno de la Xunta pusiera a disposición de los nuevos gallegos el derecho a la rectificación o renuncia, de forma que los que no tenemos casi nada que ver con la región nos veamos libres de las obligaciones que el título de galleguidad podría comportar. Sería tan fácil como esas declaraciones de apostasía que proporcionan las asociaciones gays madrileñas después de haber pasado por la caja del Ayuntamiento de Madrid y de su gallardonista cristianismo avanzado. Lo malo es que a continuación la Xunta publique una lista negra de apóstatas y luego lance algún tipo de Fatwa contra los renunciantes convenientemente legitimada por algún articulista del diario El País.
¿Se imaginan que Esperanza Aguirre propusiera una ley similar en la Comunidad de Madrid? A la vista de la deriva totalitaria y liberticida de los nacionalistas y sus aliados socialistas -quién te ha visto y quién te vé, Ramón Máiz- uno casi le pediría al gobierno de la CAM que lo hiciera. Incluso les sugiero un preámbulo, que podría decir algo así:
¿Se imaginan que Esperanza Aguirre propusiera una ley similar en la Comunidad de Madrid? A la vista de la deriva totalitaria y liberticida de los nacionalistas y sus aliados socialistas -quién te ha visto y quién te vé, Ramón Máiz- uno casi le pediría al gobierno de la CAM que lo hiciera. Incluso les sugiero un preámbulo, que podría decir algo así:
La madrileñidad es una condición individual, libremente aceptada y a la que su portador podrá renunciar cuando le plazca, y cuyo criterio se basará exclusivamente en la residencia, pasad o presente, y/o ascendencia madrileña del madrileño. En todo caso, el madrileño lo podrá ser sin diferencias de sexo, religión, raza, etnia, lengua materna... [y lo que quieran añadir] y en ningún caso se exigirá del madrileño contribución alguna ni deber adicional. Tampoco podrá el madrileño ver limitados sus derechos fundamentales, ni exigir que los de los no madrileños lo sean. Asimismo, el gobierno de Madrid se compromete a litigar en nombre de cualquier madrileño que sea objeto de discriminación en cualquier parte del territorio nacional español basada en su no pertenencia a un grupo étnico o nacional determinado...
Mientras tanto, informo a la Xunta que el que suscribe renuncia de forma expresa a su galleguidad, y que en caso de que el gobierno de Galicia realice cualquier tipo de registro o proclame mi condición de gallego, me negaré a cumplir con cualesquier deberes tal "galleguidad" conlleve. Con sufrir con resignación al actual alcalde de Madrid tengo suficiente. De todas formas, el año que viene marcharé rumbo al colegio electoral tarareando la música de La verbena de la Paloma, para la que he preparado una letrilla alternativa, que sin ser obra de arte refleja lo que cada día tengo más claro sobre el señor Ruiz-Gallardón:
Por ser tan pérfido y altanero
Un votito en blan-co-co, blan-co-co, blan-co-co
Un votito en blan-co-co
Te voy a regalar.
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