Monday, March 06, 2006

Convención PP: noche de fiesta y discurso de Rajoy

Con tanto vino y tanta tapita, al final me he puesto malo y ando doblado por la casa bebiendo mucha agua y perdiendo sales minerales por doquier. Gajes del congresero neófito.

Fiesta de Nuevas Generaciones en Fortuny, local supermegapijo lleno de niñitas y chulos. Perdón , pero es lo que había. Salvo algunas excepciones, aquellos era una Feria de Vanidades aburrida y pretenciosa. Si tantos éramos en la convención, ¿por qué no alquilaron una discoteca a precios realmente populares con espacio para charlas y bailar, y no ese remedo de mansión del barrio de Chelsea con camareras antipáticas y porteros que te miran por encima del hombro? Y eso que fui con un abrigo de diseño y unos zapatos azules super fashion que me compré en Melrose.

Gracias a Dios en mi pandilla había un avezado periodista, quien se dedicó a comentar los modelitos y actitudes de la clientela. Nos reímos mucho de todo y todos. Ay de esos profesores universitarios que sacan la camisa de rayas, el vaquero planchado y la gomina el sábado noche y que tanto recuerdan al Drácula de George Hamilton -entre otras, capté una conversación sobre gomina entre dos pollos. Uno se enorgullecía de usarla desde la adolescencia, no como los advenedizos que llenaban el local. En aquel ambiente de aquelarre fino encuentro a María, maravillosa, radiante y verdaderamente juvenil. Tú si que eres el futuro.

Maratón de discursos el domingo por la mañana. Tobías se supera, y los primeros intervinientes prometen un final apoteósico. Sorprende la pasión del portugués, que con ese acento tan suave dice cosas muy duras. Sarkozy se lleva de calle al auditorio y lanza dardos envenenados contra ZP y Chirac. Su discurso de crítica a la manera en que los de Bruselas llevan la UE recuerda a Margaret Thatcher, pero más positivo. Cree en la Unión Europea, pero no en los chanchullos antidemocráticos de los euroburócratas. Toma nota, Herrero.

Vídeo promocional de Rajoy en plan líder carismático, subida de Mariano al atril y desastre total. Un buen discurso para leer, no para escuchar, y desde luego no para clausurar una convención en la que el PP ha unido la crítica al PSOE a la discusión y formulación de un programa de gobierno innovador y realista. Algunos ejemplos de lo que digo:

Os habéis juntando aquí varios miles de personas, y mientras yo estaba en mi butaca... ¿en mi butaca? ¿Te has dedicado a pasear, saludar y dar discursos desde el viernes, y ahora nos cuentas que has estado sentado mirando? ¿Quién te ha escrito el discurso, Rubalcaba?

Después vendrá un proyecto, un programa y unas medidas concretas; pero no podemos renunciar al objetivo.
Es decir, que el PP no tiene proyecto ni quiere ganar las elecciones. ¿Me doy de baja hoy o espero unos días?

A continuación Rajoy se dedica a criticar al gobierno en unos párrafos larguísimos, unos circunloquios laberínticos, para decirnos que no tiene proyecto. Bueno, si tú acabas de decir que tu partido tampoco lo tiene no sé cuál es el problema. Repaso de varios temas políticos de actualidad sin una sola propuesta concreta. ¿Y los documentos salidos de los grupos de trabajo? ¿Acaso son papel mojado?

Todas estas cosas y otras muchas nos están esperando en el futuro, y debemos estar preparados para darles la mejor respuesta.
Querido Mariano, que el lema de la convención sea Hay futuro no significa que tú tengas que usar el tiempo futuro. El futuro está aquí, lo hemos hecho en la convención, las soluciones ya están pensadas y escritas, y lo que tú tienes que hacer es presentarlas. ¿Pero qué submarino del PSOE te habrá aconsejado?

Las referencias al Estatut son buenas, aunque las consignas aparecen camufladas en medio de párrafos larguísimos, lo que les resta fuerza. Me recuerda mucho el discurso de investidura de ZP en lo farragoso y lo difícil que resulta destacar una frase con un mensaje concreto, o al menos tangible.

Llegamos a ETA y a las 18 preguntas retóricas que el líder popular formula. Too much! Pocas afirmaciones y demasiadas ironía y paradoja. A continuación una referencia a la dignidad de las víctimas y explicitación de las condiciones del PP para una cooperación con el gobierno. Al final, sobraban la mitad de las preguntas anteriores.

Nosotros necesitamos un proyecto. Tal vez Rodríguez Zapatero, para lo que piensa hacer, no lo necesita. España, sí, y nosotros se lo vamos a ofrecer. Nosotros ya tenemos un proyecto, Mariano, pero tú no lo quieres contar.

No estamos aquí ni para transmitir una nostalgia del pasado, ni para lamentar el presente: estamos aquí para adelantarnos al futuro. Muy bien, ¿y en qué consiste eso?

Un proyecto sólido y ambicioso en el que habrá sitio para todos, y al que todos podrán arrimar el hombro. Y dale con el futuro. Por si lo habíamos olvidado, Rajoy nos recuerda que según él en estos momentos en PP no tiene proyecto.

Tuvimos éxito porque acudimos al gobierno con las ideas claras, con todo un armazón de propuestas pensadas. Exactamente lo mismo que tenemos ahora, pero tú eres el único que no se ha enterado.

Párrafo final:

Nada me hace más feliz que decir lo que pienso y que hacer lo que creo. Y todos los españoles, los que nos han votado, los que no nos han votado, los que a lo mejor nos van a votar, todos los españoles deben saber que aquí hay una persona que, acertado o equivocado, les va a decir la verdad, su verdad, aquello en lo que cree.

Lo mejor del discurso, y eso que es una copia casi literal del párrafo con que el presidente Bush cerraba los mítines en la última campaña presidencial. El único mensaje de auténtico liderazgo en toda la perorata.

Si el trabajo de los congresistas no se menciona, si lo que el grupo parlamentario ha hecho en los dos últimos años no sirve, y si a los votantes no les queda otra que esperar a que Rajoy les anuncie el proyecto, ¿a quién carajo iba dirigido el discurso?

2 comments:

rojobilbao said...

La única manera que esto mejore es diciendo bien alto las verdades. Sin complejos y con la verdad por delante, con ilusión y ofreciendo soluciones. Así queremos al PP y Mariano.

Anonymous said...

Aquella película de humor blanco, sencillo pero divertidísima en la que George Hamilton encarnaba a un Drácula mucho más humano que el original se llama Amor al primer mordisco.