Durante la campaña electoral de 2004, Rodrigo Rato visitó el barrio de Chueca para presentar la auténticamente liberal ley del PP de parejas, esa que acababa con las gilipolleces napoleónicas para todos y que los de su partido llevaban guardando muchos años bajo siete llaves. Después se les olvidó hasta el día antes de que el Congreso aprobase el matrimonio gay de ZP (ahí comenzaron sus desgracias, los muy memos).
En la visita. Rodrigo Rato visitó a la famosa pitonisa Leonor Alarzarki.
-«Revuélvalas», le dijo Leonor, algo alterada por el revuelo de escoltas, cámaras y fotógrafos.
El vicepresidente, un poco azorado, revolvió las cartas.
-«Estoy revolviendo regular».
-«Revuélvalas otra vez y haga tres montones».
-«A ver que me sale, porque soy un poco supersticioso», respondió él medio en broma medio en serio.
La mujer puso las cartas boca arriba y empezó a interpretarlas:
-«Son cartas de mucha fuerza, tiene usted mucha gente a su favor, muchos votantes, la rueda de la fortuna está aquí, todo lo que haga en la economía saldrá adelante, sale la templanza, la abundancia, la alegría».
En este punto, Leonor Alazraki hizo una pausa valorativa.
-«Aquí, mire, entre la fuerza y el juicio, le digo que habrá un momento político en España en el que usted será postulado presidente del Gobierno».
Entonces el vicepresidente se sobresaltó, se sonrojó, esbozó una sonrisa de perplejidad y apartó la vista de las cartas sin saber qué decir.
-«Usted lo recordará», le dijo ella.
-«No le quepa duda a usted que si sucede lo recordaré», le respondió Rato.
Ante el revuelo que semejante augurio causó en el séquito, la experta en Tarot pareció caer en la cuenta de que le estaba hablando al hombre apeado de la candidatura a la Presidencia del Gobierno hace sólo unos meses y repitió su augurio como pidiendo disculpas porque sus cartas hablaran con tanta claridad.
-«Es que están aquí, están todas las cartas, los laureles del triunfo, el Papa como símbolo de poder, la Justicia a su lado, están todas, lo estoy leyendo, ahora estamos en un periodo de impasse, un poco detenido, pero no hay duda de que habrá un momento político, cercano o lejano, no puedo precisar, en el que usted será postulado presidente del Gobierno».
-«Esto sí que no me lo esperaba, madre mía de mi vida», respondió Rato, «nadie es infalible ni siquiera el Tarot, también se podrá equivocar».
-«Es poco probable», dijo la pitonisa para cerrar la sesión.
El vicepresidente y su séquito quisieron tomarse a broma lo sucedido.«No lo teníamos preparado». Pero la vida te da sorpresas.
Antes de entrar en la tienda de la pitonisa, el vicepresidente se había reunido en el restaurante «Divina la cocina» con representantes de colectivos gays y transexuales y de los empresarios que han contribuido a la prosperidad del madrileño barrio de Chueca.
A tumba abierta, estos ciudadanos se desahogaron con el vicepresidente primero, probablemente el único dirigente del Partido Popular capaz de sentarse con ellos. Rodrigo Rato escuchó respetuosamente las críticas de los homosexuales, quejosos porque el partido del Gobierno no haya regulado las parejas de hecho como ellos quieren.
No era para menos. El vicepresidente les explicó claramente cuál es y será la postura del Gobierno del Partido Popular en esta materia: «Todos los ciudadanos deben contar con la protección de sus derechos y en los últimos cuatro años ha habido cambios legislativos importantes sobre las opciones sexuales. De lo que se trata es de lograr una afirmación legal que incluye leyes de protección de todo tipo para proteger a todos los ciudadanos».
Un peculiar 'número dos' Rodrigo Rato es un 'número dos' peculiar por muchos motivos. Primero, porque a diferencia del resto de las provincias, este 'número dos' tiene fotos colgadas en las farolas y carteles, con el mismo tratamiento que el candidato a la Presidencia del Gobierno y 'número uno' por Madrid, Mariano Rajoy. Siempre fue así con Aznar y ahora también lo es con su sucesor. La segunda peculiaridad que distingue al vicepresidente primero es que él hace campaña como si fuera 'el número uno', puesto que Mariano Rajoy tiene que pasearse por toda España y no puede centrarse en la circunscripción madrileña. No cabe duda de que Rato se está volcando en esta campaña para que el PP saque la ansiada mayoría absoluta y que su forma de buscar el voto es distinta. El se pasea por los barrios, por los pueblos, por el norte y el sur de la sierra madrileña y busca el contacto con los ciudadanos de a pie. Y tiene trabajando a destajo a todos los que van con él en la candidatura.