Thursday, December 20, 2007

La libertad traicionada

Ayer estuve en la presentación de La Libertad Traicionada (versión siglo XXI) de Gota a Gota. José María Marco escribió este libro hace ya diez años, y yo lo leí hace unos ocho, tras una referencia que hallé en Ld. Mientras me dispongo a releer la obra, recuerdo el asombro y la estupefacción que me causaron algunos de los pasajes del libro, que como dijo algún historiador cuestiona buena parte de la historiografía española sobre el final de siglo XIX y la primera mitad del XX.

Con el tiempo, he ido conociendo a varias personas cuya visión de España y de la libertad nunca fueron las mismas después de acercarse a La Libertad Traicionada. El viaje interior de Marco reproducido en las mentes y las almas de sus lectores. Sólo los grandes son capaces de algo así.

Acudí a la presentación acompañado de un precoz escritor de 21 años que vive fuera de España. Han bastado unas pocas páginas para que el chico, que ya piensa en una tesis doctoral sobre dos de los escritores estudiados por Marco, se haya entusiasmado. No me extraña. Cuando uno es jovencito, eso de rememorar y recordar a través de los demás parece algo imposible. Pasados los treinta, todo eso que un día nos pareció descabellado comienza a producirse de forma natural, y en mi caso ciertamente dichosa.

Esos ojos abiertos como platos, esa extraña mezcla de timidez y atrevimiento, humildad y arrogancia, esa intensidad, resultan tan familiares, y al mismo tiempo tan lejanas. ¿Quién tuviera 21 años? Más bien "¡qué suerte tener más de treinta y verse en ellos!".

El acto consistió en una simpática mesa redonda con los maestros Amando de Miguel y Gabriel Albiac. Puntilloso y cariñoso el primero, amable y didáctico el segundo. Tras hora y media de comentarios, diálogos y preguntas del público -Gabriel, ¿cómo se las arregla usted para compatibilizar pesimismo y simpatía?- la organización decidió poner fin a la presentación, una de las más largas que recuerdo. Nada menos merecía Marco, un clásico contemporáneo -who would have thought-. Nada menos esperábamos sus lectores.

La libertad traicionada, un libro ¿liberal?, ¿conservador?, ¿patriota?, ¿liberoalgo? Ustedes mismos. No se lo pierdan.



2 comments:

Anonymous said...

Hoy mismo he tenido que defender -con poco acierto: no me sentía inspirado- a Gabriel Albiac en una conversación de sobremesa. Mi interlocutor le atribuía una deriva hacia la vulgarización facilona y la "demagogia". Proponía una comparación con Gustavo Bueno, en quien detecta una evolución similar. Pensadores antaño exigentes y rigurosos, que "se han vendido a las seducciones del mercado y las superventas". En el caso de Albiac, cambiar la reflexión filosófica de largo aliento por la "sofistería de bajos vuelos", "sobre una baldosa" (la columna o el comentario radiofónico). ¿Qué hubierais dicho en defensa de Albiac? (Mi interlocutor también insistía en que Albiac había sido de extrema izquierda en los 70, como también lo fue Bueno ... yo contesté que todo neoconservador es -por definición- un izquierdista arrepentido ...: vease los Kristol, Podhoretz, Glazer, etc. en USA). Saludos, C. (que conste que rompí una lanza por Albiac y el último Bueno ... pero creo que no estuve muy convincente).

Libertymad said...

Sobre los pasados extremos, sólo hay que recordarles a los socialistas que fueron falangistas antes.

Sobre Albiac, además de que si le oyes te das cuenta de que él no habla nunca de cotilleo político, sino que comenta los hechos inscribiéndolos en lo que significan para la libertad y la democracia, su último libro es una edición de Spinoza, así que de haber dejado la academia nada. Albiac compatibiliza una cosa con otra. Ahora mismo tiene un curso de doctorado sobre el concepto de libertad en la Revolución Francesa.

Muchos grandes filósofos de la historia también fueron superventas y compaginaron academia y comentario, incluso militancia política.

Quien te diga eso es un snob incorregible, un pedante insoportable y alguien que añora las certidumbres de la sociedad estamental. Vamos, un antiguo y un autoritario que todavía no ha llegado ni al siglo XVIII.