Los resultados de las últimas elecciones legislativas italianas me pillaron en el Círculo de Bellas Artes, disfrutando entre ricos canapés y abundante vino del premio concedido a la novela Vichy 1941, de Fernando Schwartz. Entre bromas, que no le hicieron ni pizca de gracia a una señora italiana con la que departíamos Chinchetru, mi madre, el catedrático Manuel Pastor y yo, pregunté a mis interlocutores cuánto tiempo tardaría Prodi en comprar a los representantes del pequeño partido democristiano que hasta la fecha había apoyado a la coalición de centro-derecha. Alguien me respondió que tal vez pasaría lo contrario. Seguramente Berlusconi se las arreglaría para adquirir a algún senador de Prodi.
Me equivoqué y mi amigo acertó, y nuestra amiga italiana no debería tener motivos para enojarse. Así son las cosas en Italia, y temo que así continuarán.
Me equivoqué y mi amigo acertó, y nuestra amiga italiana no debería tener motivos para enojarse. Así son las cosas en Italia, y temo que así continuarán.
2 comments:
Dínoslo a quienes tenemos sangre italiana...
Italia es un país digno de admiración: Cómo la sociedad civil ha logrado ser una de las más prósperas del mundo al margen de sus representantes políticos, que se puede decir que son los peores del mundo, aunque los nuestros están a punto de arrebatarles el título, es algo que siempre me ha maravillado.
Luego vas allí y nada funciona, pero la gente vive muy bien.
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