Hace unos minutos recibí una llamada de María Blanco, muy preocupada por las amenazas que su familia ha recibido en el pueblo de Jaén donde su padre tiene una casa que usa para pasar el verano y la Navidad. En el pueblo, de pocos miles de habitantes, han aparecido carteles insultantes contra su padre, y unos encapuchados han merodeado por su propiedad gritando consignas amenazadoras.
De no ser por la plena confianza que me merece María, creería que me habla desde Venezuela o Bolivia, pero el hecho es que lo hace desde la misma Andalucía. Increíble pero cierto. Por desgracia, no es la primera vez que hechos así suceden en la zona. Tras las elecciones municipales, en La Carolina, una localidad próxima, algunos vecinos celebraron el triunfo electoral del PSOE sitiando la sede del PP y lanzando consignas guerracivilistas. Los afiliados que estaban en el interior tuvieron que permanecer en la sede de su partido por miedo a ser agredidos por la turba.
Hace unos días conversaba con una chica muy progre que me preguntaba si no estaba orgulloso de que con ZP España se hubiese convertido en una referencia internacional de libertad y tolerancia. Libertad para qué, me pregunto, y tolerancia hacia quiénes.
Si eso es libertad, yo soy cura, o peor aún, el novio de Marilyn Monroe.
